Autor: Padre José Ignacio Munilla Aguirre
El versículo seis del capítulo catorce del evangelio de San Juan, con el que hemos encabezado este artículo, es un buen punto de partida para discernir si el concepto de religiosidad que nos hemos ido fraguando, es pleno y conforme a la revelación de Jesucristo; o si, por el contrario, es sesgado y arbitrario.
Llama la atención que Jesús se nos revelase con una frase tan sintética, no sólo añadiendo a esas tres palabras un artículo determinado, sino también uniéndolas de una forma reiterada por la conjunción copulativa "y": "Yo soy el camino y la verdad y la vida". Parece como si se nos quisiera insistir en la importancia de "sumar" esas tres palabras, ante nuestra tendencia a recibirlas parcialmente. Es bueno que hagamos memoria para entender que cuando esos tres conceptos -camino, verdad y vida- no se han "sumado", la consecuencia ha sido una deformación de la religiosidad. Veámoslo:
1.- "Religiosidad moralista": Cuando la religiosidad se centra en su función de marcar el "camino", desligándose de los demás aspectos sustanciales, la consecuencia es el moralismo. En efecto, ocurre con frecuencia que muchas personas, especialmente las alejadas de la fe, tienen un concepto de la religiosidad esencialmente moralista. La esencia de la religiosidad se reduciría a los mandamientos, prohibiciones, normas, tradiciones, consejos... Con frecuencia, esto genera una imagen odiosa del cristianismo, ya que la religiosidad es presentada como enemiga de la propia libertad. La imagen de Dios queda reducida a un "dios policía", dejando en el olvido que "la verdad nos hará libres" (Jn 8,32), y que "Cristo ha venido para que tengamos vida, y vida en abundacia" (Jn 10,10) .
Curiosamente, esa reducción moralista que tantos rechazos suscita, en otras ocasiones es buscada interesadamente. Ya tuvimos ocasión de señalarlo en el artículo "La manipulación de la religión". Se trata de la actitud de quienes valoran la religión en la medida en que ésta resulte de "utilidad social"; es decir, en la medida en que sea un escudo protector contra la degradación moral de nuestros días. Son aquellas personas que no dudan en adornar con un baño religioso la educación de sus hijos, con la esperanza de que, mientras estén "ocupados en cosas buenas", se evitarán "males mayores". No les gustaría que sus hijos cayeran en ciertas lacras de nuestros días: droga, terrorismo, desarraigo familiar, etc... Para eso utilizan la religión como un dique de contención contra esos vicios morales. En el fondo, no les importa tanto la religión en sí misma, cuanto los efectos beneficiosos que de ella puedan desprenderse.
Mención aparte merece en este capítulo la reducción del cristianismo a una "ética de solidaridad", muy frecuente en nuestros días. Aspectos esenciales del mensaje revelado quedan en el olvido: la gracia de Cristo o la redención de nuestros pecados, etc...; mientras que la predicación se circunscribe a la solidaridad, encarnación, opción por los pobres, etc... Es decir, otra forma de reducción al moralismo.
2.- "Religiosidad dogmática": Cuando la religiosidad se centra en su función de remarcar las "verdades", desligándose de los demás aspectos sustanciales, la consecuencia es un dogmatismo doctrinal teórico; bastante estéril por lo demás. Se suele caracterizar por una formación religiosa muy doctrinal, pero poco vital. Se trabajan mucho los conceptos, pero muy poco los afectos y la voluntad.
Parece como si lo único importante fuese mantener unos principios, al margen de su realización práctica. Dentro de este capítulo se introduce una religiosidad muy preocupada por la ortodoxia y poco por la ortopraxis. Igualmente, también se incluiría en este apartado la advertencia que el teólogo suizo Hans Urs Von Balthasar hizo de la importancia de hacer una «teología arrodillada», contrapuesta a la teología especulativa, tan extendida en ciertos ambientes, que por su lejanía de la espiritualidad acaba por "secar el espíritu" de sus lectores. De hecho, se da la circunstancia de que en la historia de la Iglesia, hasta aproximadamente el siglo XII-XIII, ser teólogo era sinónimo de ser santo. A partir de esa fecha, por el contrario, comienzan a abundar los profesionales de la erudición teológica que lejos de acompañar sus estudios con una vida santa, polemizan sobre cuestiones, más o menos vanales, sin elevar el espíritu de quienes les escuchan a las cumbres de la espiritualidad.
3.- "Religiosidad experiencial": Cuando la religiosidad se reduce a una funcionalidad "vitalista", entendida ésta como una búsqueda de experiencias espirituales gratificantes, desligándose de los demás aspectos sustanciales, entonces la consecuencia es una religiosidad subjetiva y de consumo personal. Es la pretensión falsa de vivir el espíritu de Cristo, desligándose de su "camino" y de la "verdad" de su persona.
El auge de fenómenos como el esoterismo, la revalorización de la religiosidad oriental, el ocultismo, la adivinación, el sincretismo religioso, etc... está muy ligado a esta religiosidad experiencial. Se busca llenar el deseo de trascendencia que todo hombre lleva en su interior, pero desligándolo de cualquier compromiso moral en la vida diaria, bien personal o social. El objetivo es saciar la sed espiritual, pero sin adherirse a verdades objetivas ni crearse compromisos morales. En definitiva, una religión light, muy en boga en estos momentos.
En resumen, hemos de esforzarnos por adherirnos a la revelación de Cristo en su integridad, el cual se nos presenta como "el camino y la verdad y la vida". Por ello, y no en vano, el Catecismo de la Iglesia Católica engloba en estos tres pilares fundamentales la presentación de la figura de Jesús y su mensaje: Los mandamientos, porque Cristo es el Camino; el Credo, porque Cristo es la Verdad; los sacramentos y la oración, porque es la Vida. No era casual la insistencia de Jesús en esa conjunción copulativa "y", con la que nos quiere poner en guardia frente a nuestra tendencia reduccionista..
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martes, 19 de junio de 2007
"Carta de una niña que no llegó a nacer"

Querida Mamita:
Estoy ahora en el cielo, sentada en el regazo de Cristo. El me ama y llora conmigo porque me han destrozado el corazón. ¡Quería ser yo tu niña! Todavía no comprendo lo que ha pasado.
Desde el primer momento en que me dí cuenta de que existía, de que era un ser humano, me sentí muy feliz. Residía en un lugar obscuro, pero muy cómodo. Notaba que ya tenía deditos en mis manitas y en mis pies. Estaba bien adelantada en mi desarrollo aunque todavía no estaba lista para salir de mi habitación. Empleaba la mayor parte del tiempo pensando y durmiendo. Aún desde los primeros días de mi existencia se me desarrolló un tremendo apego por ti, mamita.
A veces, cuando te oía llorar, lloraba contigo. Otras veces gritabas y luego te ponías a llorar. Oía cuando mi papaíto contestaba gritándote enfadado. Esto me ponía muy triste pero esperaba que todo pasara pronto. A veces me preguntaba por qué llorabas con frecuencia.
En una ocasión lloraste todo el día. ¡Cómo padecí yo contigo! No podía imaginar siquiera la causa de tanta infelicidad. Ese mismo día ocurrió algo terrible. Un monstruo feroz se introdujo en mi habitación donde descansaba calentita y cómoda.
Sentí pánico y comencé a gritar desesperadamente, pero mis gritos no eran escuchados. Imagino que te tenían amarrada porque no hiciste el menor esfuerzo por socorrerme. Tal vez fue que nunca oíste la voz de mi desesperación.
El monstruo se me iba acercando más y más y yo con alaridos de horror te decía: ¡"Mami, Mami, socórreme por favor! ¡Mamaíta ayúdame!" ¡Estaba tan sobrecogida de terror! Grité y grité hasta más no poder. Entonces el monstruo comenzó a desprenderme los bracitos. ¡Cuánto me dolían! Sentía un dolor tan fuerte que nunca lo podré describir. Le rogué que me dejara, pero ni caso me hizo. Grité y grité horrorizada cuando me arrancó una pierna. Aunque el dolor era muy intenso me dí cuenta de que me estaba muriendo. Me torturaba pensar que nunca ibas a ver mi carita y que nunca te oiría decirme: "Te amo".
Yo quería secar tus lágrimas y que no lloraras más. ¡Había hecho tantos planes para hacerte feliz, mamita! Era imposible, todos mis sueños se me habían evaporado. Aunque estaba horrorizada y muy dolorida, mi quebrantado corazón era mi mayor dolor. ¡Cuánto deseaba yo ser tu hijita! Pero, ya no podía ser, me estaba muriendo por una muerte horripilante. Sólo podía imaginar las terribles cosas que te estaban haciendo. Antes de que me tiraran a la basura quería decirte: "Te amo mamaíta"; pero no sabía cómo hacértelo entender. De todos modos no hubiera tenido aliento para pronunciarlas pues estaba ya muerta.
Entonces sentí que me elevaba. Un poderoso ángel me llevó en sus brazos a un lugar hermoso; lloraba todavía, aunque ya mi dolor había desaparecido. El ángel me llevó donde Jesús y me depositó en sus brazos. Jesús me dijo que me amaba y que era mi Padre, ésto me hizo inmensamente felíz. Le pregunté al Señor qué era aquello que me había ocasionado la muerte y El me contestó suavemente: "El aborto, lo siento hija mía, sé lo que has pasado".
Yo no sé lo que quiere decir esa palabra aborto, pero imagino que es el nombre del monstruo que me tronchó la vida. Ahora te escribo mamita, para decirte que te amo... y para decirte: "¡Cuántos deseos tenía de ser tu hijita!". Hice todo lo imposible por sobrevivir, quería vivir. Tenía voluntad de vivir. Pero era tavía muy pequeña y el monstruo era demasiado fuerte para mí. Me succionó desprendiéndome los brazos y las piernas, y luego se tragó el resto de mi cuerpecito. En tales circunstancias era imposible sobrevivir, pero quería dejarte saber que traté y traté de quedarme contigo, pues yo no quería irme.
Mamita, también quiero decirte que te cuides mucho de ese monstruo, el aborto. Te amo y no quisiera que pasaras por el sufrimiento que pasé yo. Por favor mamita, cuídate mucho.
Te ama,
Tu bebita.
FUENTE: "Carta de una niña que no llegó a nacer". Carta escrita por una jovencita de 16 años y publicada en el AFA Journal, enero de 1990. Publicada con permiso en el boletín de Vida Humana Internacional Escoge la Vida (noviembre/diciembre de 1990) en el suplemento "Caminos de Esperanza".
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7 de cada 10 mujeres que abortan sufren secuelas psíquicas
El Instituto Elliot lleva casi 20 años investigando las consecuencias de acabar con una gestación
Sara Martín Enviada especial
El Elliot inserta publicidad en prensa: «Cuando ella tenía 17 años, su madre le dijo que el aborto sólo le dolería por un tiempo... pero 40 años, 2 hijos y 3 nietos después, aún le duele»
Springfield (Illinois)- Dedicado a jornada completa a probar científicamente que el Síndrome Post Aborto (SPA) es una realidad para la mujer y dirigido por el doctor David C. Reardon -reconocida autoridad mundial en este campo-, el Instituto Elliot es el esfuerzo conjunto de diversos profesionales de la medicina y de la publicidad que han decidido investigar y difundir qué hay detrás de un aborto provocado, cuáles son sus causas y, sobre todo, sus consecuencias en la mujer.
Más devastador de lo pensado. Tras casi veinte años de trabajo con cientos de asociaciones de varios países, los estudios realizados por el Instituto Elliot -publicados y avalados por revistas científicas de primer nivel- han demostrado que el aborto provocado es mucho más «devastador» en la mujer de lo que previamente se pensaba. Uno de los más importantes, aparecido en la «Medical Science Monitor» en 2004, comparó a mujeres americanas y rusas que habían sufrido un aborto provocado. Los resultados demostraron que al menos un 65% de las americanas estaban experimentando, como consecuencia de éste, múltiples síntomas asociados al Desorden de Estrés Post Traumático.
Otro de los estudios en los que ha participado el doctor Reardon fue realizado con pacientes ocho semanas después de su aborto: los investigadores encontraron que el 44% de ellas se quejaban de desórdenes nerviosos, el 36% había experimentado problemas para dormir, el 31% se arrepentía de su decisión y al 11% de ellas le había sido prescrito algún tipo de medicación psicotrópica.
El Instituto Elliot también ha dedicado sus esfuerzos a recabar en un solo volumen las alrededor de cien complicaciones físicas asociadas al aborto que se han demostrado en distintos estudios alrededor del mundo. Entre las llamadas «menores», se encuentran las infecciones, sangrados, fiebres, dolor crónico abdominal, alteraciones intestinales y vómitos; entre las «mayores», los estudios han encontrado embolias, perforación de útero, mortalidad, convulsiones, pérdida de protección ante el cáncer de mama, hemorragias y lesiones cervicales.
Por otro lado, según explica el doctor Reardon, desde 1980 los profesionales de la salud mental han empezado a tratar a un creciente número de mujeres que sufren dificultades mentales y emocionales como resultado de un aborto provocado. Aun así, la investigación existente es «inadecuada para cuantificar la magnitud del problema», asegura. Por eso, «mientras el número de mujeres que sufren el SPA es desconocido, los psicólogos que trabajan en este campo han definido las características de las mujeres con más probabilidades de sufrir este trauma: aquellas que se han sentido presionadas a abortar,o las que todavía dudan de la decisión que tomaron».
Legal, no seguro. Por eso, la investigación recuerda que los traumas psicológicos -muchas veces irreversibles- son siempre lo más doloroso para la mujer. Tal y como denuncia Amy Sobie, portavoz del Instituto Elliot, «el aborto continúa matando a mujeres. Puede ser legal, pero no es seguro». Y lo argumenta explicando que las revistas médicas más importantes han dado cuenta del mayor índice de muerte asociado al aborto, además de tasas de suicidio siete veces superiores en las mujeres que lo han sufrido. Además, la investigación también ha relacionado el aborto provocado con el abuso de sustancias adictivas, la depresión, la infertilidad y el divorcio.
Como concluye Sobie, «los estudios demuestran que las mujeres que han sufrido un aborto provocado no apoyan a los grupos pro abortistas. Ellas saben de primera mano que la industria abortista les ha fallado».
Mientras el 90% de las mujeres que han abortado aseguran que no tuvieron la suficiente información, el 83% reconoce que habría continuado con su embarazo si hubiera recibido apoyo. Así, parece claro que el aborto resulta ser una mala «medicina» aunque un gran negocio.
Sara Martín Enviada especial
El Elliot inserta publicidad en prensa: «Cuando ella tenía 17 años, su madre le dijo que el aborto sólo le dolería por un tiempo... pero 40 años, 2 hijos y 3 nietos después, aún le duele»
Springfield (Illinois)- Dedicado a jornada completa a probar científicamente que el Síndrome Post Aborto (SPA) es una realidad para la mujer y dirigido por el doctor David C. Reardon -reconocida autoridad mundial en este campo-, el Instituto Elliot es el esfuerzo conjunto de diversos profesionales de la medicina y de la publicidad que han decidido investigar y difundir qué hay detrás de un aborto provocado, cuáles son sus causas y, sobre todo, sus consecuencias en la mujer.
Más devastador de lo pensado. Tras casi veinte años de trabajo con cientos de asociaciones de varios países, los estudios realizados por el Instituto Elliot -publicados y avalados por revistas científicas de primer nivel- han demostrado que el aborto provocado es mucho más «devastador» en la mujer de lo que previamente se pensaba. Uno de los más importantes, aparecido en la «Medical Science Monitor» en 2004, comparó a mujeres americanas y rusas que habían sufrido un aborto provocado. Los resultados demostraron que al menos un 65% de las americanas estaban experimentando, como consecuencia de éste, múltiples síntomas asociados al Desorden de Estrés Post Traumático.
Otro de los estudios en los que ha participado el doctor Reardon fue realizado con pacientes ocho semanas después de su aborto: los investigadores encontraron que el 44% de ellas se quejaban de desórdenes nerviosos, el 36% había experimentado problemas para dormir, el 31% se arrepentía de su decisión y al 11% de ellas le había sido prescrito algún tipo de medicación psicotrópica.
El Instituto Elliot también ha dedicado sus esfuerzos a recabar en un solo volumen las alrededor de cien complicaciones físicas asociadas al aborto que se han demostrado en distintos estudios alrededor del mundo. Entre las llamadas «menores», se encuentran las infecciones, sangrados, fiebres, dolor crónico abdominal, alteraciones intestinales y vómitos; entre las «mayores», los estudios han encontrado embolias, perforación de útero, mortalidad, convulsiones, pérdida de protección ante el cáncer de mama, hemorragias y lesiones cervicales.
Por otro lado, según explica el doctor Reardon, desde 1980 los profesionales de la salud mental han empezado a tratar a un creciente número de mujeres que sufren dificultades mentales y emocionales como resultado de un aborto provocado. Aun así, la investigación existente es «inadecuada para cuantificar la magnitud del problema», asegura. Por eso, «mientras el número de mujeres que sufren el SPA es desconocido, los psicólogos que trabajan en este campo han definido las características de las mujeres con más probabilidades de sufrir este trauma: aquellas que se han sentido presionadas a abortar,o las que todavía dudan de la decisión que tomaron».
Legal, no seguro. Por eso, la investigación recuerda que los traumas psicológicos -muchas veces irreversibles- son siempre lo más doloroso para la mujer. Tal y como denuncia Amy Sobie, portavoz del Instituto Elliot, «el aborto continúa matando a mujeres. Puede ser legal, pero no es seguro». Y lo argumenta explicando que las revistas médicas más importantes han dado cuenta del mayor índice de muerte asociado al aborto, además de tasas de suicidio siete veces superiores en las mujeres que lo han sufrido. Además, la investigación también ha relacionado el aborto provocado con el abuso de sustancias adictivas, la depresión, la infertilidad y el divorcio.
Como concluye Sobie, «los estudios demuestran que las mujeres que han sufrido un aborto provocado no apoyan a los grupos pro abortistas. Ellas saben de primera mano que la industria abortista les ha fallado».
Mientras el 90% de las mujeres que han abortado aseguran que no tuvieron la suficiente información, el 83% reconoce que habría continuado con su embarazo si hubiera recibido apoyo. Así, parece claro que el aborto resulta ser una mala «medicina» aunque un gran negocio.
Células Madre
Josu de la Varga
Células madre: “Seis verdades innegables” para no destruir embriones humanos
Experto estadounidense constata la ineficacia de las células embrionarias, el éxito de los ensayos con adultas y el estatus moral del embrión
Crece en Estados Unidos el debate ético sobre la conveniencia, o no, de que haya una financiación pública de las investigaciones con células madre embrionarias. Un experto estadounidense en la materia expone seis sólidos argumentos contra la manipulación y destrucción de embriones para obtener células estaminales.
Robert P. George, catedrático de Jurisprudencia en la Universidad de Princeton y miembro del Consejo de Bioética del presidente de los Estados Unidos, verifica en un artículo de opinión publicado el pasado 13 de abril en LA GACETA, Seis verdades innegables, que las células embrionarias han mostrado hasta ahora una total ineficacia.
Por el contrario, dice George en el mismo artículo, “existen más de 1.200 ensayos clínicos con células madre derivadas de tejido adulto” que han obtenido resultados. Además, entre otras cuestiones, el experto constata que existe un reconocimiento generalizado del “estatus moral propio del embrión humano”.
La batalla de Bush
El presidente Bush para dispuesto a utilizar todos los recursos a su alcance para vetar la decisión del Senado de estados Unidos, que acaba de aprobar “un polémico proyecto legislativo que abriría las puertas del erario federal a la experimentación médica con células madre embrionarias”, asegura George.
Después de que el Bush ya vetara el proyecto anterior del Parlamento norteamericano, la Casa Blanca ha asegurado que volverá a vetar cualquier iniciativa similar.
La información de que dispone hasta ahora la opinión pública norteamericana y los aspectos morales que rodean esta cuestión sólo han contribuido a “aumentar el grado de confusión sobre un asunto de por sí bastante complejo. Creo que, a pesar del radical enfrentamiento ideológico, existen por lo menos seis presupuestos objetivos innegables”, añade el experto en bioética.
Las “seis verdades innegables”
Robert P. George expone en su artículo esos seis argumentos contra las investigaciones con embriones.
1. La experimentación con células madre embrionarias no se encuentra prohibida en los Estados Unidos.
George asegura que “muchos laboratorios norteamericanos se dedican actualmente a extraer células madre a partir de embriones humanos. No existe restricción alguna a la financiación privada de tales actividades”.
Por otra parte, añade, “los científicos estadounidenses lideran el panorama mundial en estudios experimentales sobre manipulación embrionaria”.
2. Estamos muy lejos de encontrar terapias efectivas a partir de células madre embrionarias.
El experto certifica que “actualmente no se ha desarrollado ningún tipo de terapia médica en base a células madre embrionarias. [...] Incluso los científicos de mayor renombre en el campo de la investigación con embriones han aceptado expresamente que la posibilidad de conducir terapias médicas basándose en dicho tipo de células es aún muy remota”.
Sin embargo, agrega, “existen más de 1.200 ensayos clínicos con células madre derivadas de tejido adulto”.
3. Se reconoce un status moral propio al embrión humano.
Según indica George, el Comité Nacional de Asesoría Bioética del presidente Bill Clinton señaló en su momento que “la mayoría estará de acuerdo en que los embriones merecen respeto dado que constituyen una forma de vida humana.”
El comité aceptó la “posibilidad de utilizar los embriones sobrantes de las terapias realizadas en clínicas de reproducción asistida”, pero sólo cuando se contribuyera a salvar vidas humanas, recuerda el experto, que afirma que “el grupo de estudio no recomendó jamás la creación de nuevos embriones mediante la clonación o cualquier otro método que conlleve su destrucción”.
4. Hay otras alternativas que vale la pena explorar.
“Es cada vez más evidente que existen opciones científicas que no incluyen la destrucción de embriones humanos, a partir de las cuales se obtendrían células madre con propiedades equivalentes”, asegura en su artículo.
Permitirían “la reprogramación de células somáticas, la obtención de células madre del líquido amniótico o la transferencia nuclear alterada”, añade.
5. Los cuestionamientos a la destrucción de embriones no obedecen únicamente a convicciones religiosas.
George recuerda que “Charles Krauthammer, antiguo miembro del Consejo de Bioética del presidente de EEUU, se refirió a este punto con gran claridad: ‘No creo que la vida humana -refiriéndose a los atributos morales de la persona- comience con la concepción. Sin embargo, muchos individuos de orientación secular encontramos serios dilemas éticos en la destrucción de embriones humanos. No se necesita ser una persona religiosa para mostrar preocupación sobre el tema. Sólo es necesario ser consciente de la capacidad demostrada del hombre para causar el mal en su intento por hacer el bien’”.
6. Salvar vidas humanas es el principal motivo de quienes investigan con células madre, pero no el único.
El experto en bioética asegura que “la mayoría de los científicos son concientes de que las células madre embrionarias no tienen valor terapéutico actual y que no se vislumbra que lo tengan en un futuro próximo, principalmente por su inestabilidad y grave tendencia a producir tumores”.
Así, en muchas ocasiones, el interés de muchos científicos por experimentar con embriones es por “el afán de ‘aprender más’ sobre los mecanismos biológicos que permiten el desarrollo temprano de los humanos en el vientre materno”, añade.
George concluye en su artículo que “la experimentación destructiva de embriones no puede ser justificada moralmente, incluso si fuera verdaderamente efectiva para encontrar curas a terribles enfermedades”.
Células madre: “Seis verdades innegables” para no destruir embriones humanos
Experto estadounidense constata la ineficacia de las células embrionarias, el éxito de los ensayos con adultas y el estatus moral del embrión
Crece en Estados Unidos el debate ético sobre la conveniencia, o no, de que haya una financiación pública de las investigaciones con células madre embrionarias. Un experto estadounidense en la materia expone seis sólidos argumentos contra la manipulación y destrucción de embriones para obtener células estaminales.
Robert P. George, catedrático de Jurisprudencia en la Universidad de Princeton y miembro del Consejo de Bioética del presidente de los Estados Unidos, verifica en un artículo de opinión publicado el pasado 13 de abril en LA GACETA, Seis verdades innegables, que las células embrionarias han mostrado hasta ahora una total ineficacia.
Por el contrario, dice George en el mismo artículo, “existen más de 1.200 ensayos clínicos con células madre derivadas de tejido adulto” que han obtenido resultados. Además, entre otras cuestiones, el experto constata que existe un reconocimiento generalizado del “estatus moral propio del embrión humano”.
La batalla de Bush
El presidente Bush para dispuesto a utilizar todos los recursos a su alcance para vetar la decisión del Senado de estados Unidos, que acaba de aprobar “un polémico proyecto legislativo que abriría las puertas del erario federal a la experimentación médica con células madre embrionarias”, asegura George.
Después de que el Bush ya vetara el proyecto anterior del Parlamento norteamericano, la Casa Blanca ha asegurado que volverá a vetar cualquier iniciativa similar.
La información de que dispone hasta ahora la opinión pública norteamericana y los aspectos morales que rodean esta cuestión sólo han contribuido a “aumentar el grado de confusión sobre un asunto de por sí bastante complejo. Creo que, a pesar del radical enfrentamiento ideológico, existen por lo menos seis presupuestos objetivos innegables”, añade el experto en bioética.
Las “seis verdades innegables”
Robert P. George expone en su artículo esos seis argumentos contra las investigaciones con embriones.
1. La experimentación con células madre embrionarias no se encuentra prohibida en los Estados Unidos.
George asegura que “muchos laboratorios norteamericanos se dedican actualmente a extraer células madre a partir de embriones humanos. No existe restricción alguna a la financiación privada de tales actividades”.
Por otra parte, añade, “los científicos estadounidenses lideran el panorama mundial en estudios experimentales sobre manipulación embrionaria”.
2. Estamos muy lejos de encontrar terapias efectivas a partir de células madre embrionarias.
El experto certifica que “actualmente no se ha desarrollado ningún tipo de terapia médica en base a células madre embrionarias. [...] Incluso los científicos de mayor renombre en el campo de la investigación con embriones han aceptado expresamente que la posibilidad de conducir terapias médicas basándose en dicho tipo de células es aún muy remota”.
Sin embargo, agrega, “existen más de 1.200 ensayos clínicos con células madre derivadas de tejido adulto”.
3. Se reconoce un status moral propio al embrión humano.
Según indica George, el Comité Nacional de Asesoría Bioética del presidente Bill Clinton señaló en su momento que “la mayoría estará de acuerdo en que los embriones merecen respeto dado que constituyen una forma de vida humana.”
El comité aceptó la “posibilidad de utilizar los embriones sobrantes de las terapias realizadas en clínicas de reproducción asistida”, pero sólo cuando se contribuyera a salvar vidas humanas, recuerda el experto, que afirma que “el grupo de estudio no recomendó jamás la creación de nuevos embriones mediante la clonación o cualquier otro método que conlleve su destrucción”.
4. Hay otras alternativas que vale la pena explorar.
“Es cada vez más evidente que existen opciones científicas que no incluyen la destrucción de embriones humanos, a partir de las cuales se obtendrían células madre con propiedades equivalentes”, asegura en su artículo.
Permitirían “la reprogramación de células somáticas, la obtención de células madre del líquido amniótico o la transferencia nuclear alterada”, añade.
5. Los cuestionamientos a la destrucción de embriones no obedecen únicamente a convicciones religiosas.
George recuerda que “Charles Krauthammer, antiguo miembro del Consejo de Bioética del presidente de EEUU, se refirió a este punto con gran claridad: ‘No creo que la vida humana -refiriéndose a los atributos morales de la persona- comience con la concepción. Sin embargo, muchos individuos de orientación secular encontramos serios dilemas éticos en la destrucción de embriones humanos. No se necesita ser una persona religiosa para mostrar preocupación sobre el tema. Sólo es necesario ser consciente de la capacidad demostrada del hombre para causar el mal en su intento por hacer el bien’”.
6. Salvar vidas humanas es el principal motivo de quienes investigan con células madre, pero no el único.
El experto en bioética asegura que “la mayoría de los científicos son concientes de que las células madre embrionarias no tienen valor terapéutico actual y que no se vislumbra que lo tengan en un futuro próximo, principalmente por su inestabilidad y grave tendencia a producir tumores”.
Así, en muchas ocasiones, el interés de muchos científicos por experimentar con embriones es por “el afán de ‘aprender más’ sobre los mecanismos biológicos que permiten el desarrollo temprano de los humanos en el vientre materno”, añade.
George concluye en su artículo que “la experimentación destructiva de embriones no puede ser justificada moralmente, incluso si fuera verdaderamente efectiva para encontrar curas a terribles enfermedades”.
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