Partiendo de un exquisito respeto a la persona homosexual, hay muchas razones por las que una sociedad responsable no puede equiparar sus relaciones a las del matrimonio.
-Los homosexuales, actualmente, ya se pueden casar en cualquier país
-Los homosexuales pueden casarse igual que cualquier otro, con los mismos derechos
y obligaciones que los heterosexuales. Es decir, sólo con otra persona y sólo del sexo opuesto y que tenga cierta edad y dé su consentimiento. Que un homosexual se queje de discriminación porque no le dejan casarse con alguien del mismo sexo es como si un polígamo se queja de discriminación porque no le dejan casarse con varias mujeres, o un pederasta con un niño, o un secuestrador con su secuestrada (en muchos países aún se practica el secuestro de mujeres para casarse). No hay discriminación con ninguno: la ley es igual para todos y la sociedad tiene un modelo de matrimonio que ha demostrado su eficacia durante siglos.
-Casar homosexuales es un experimento social inédito
-Casar personas del mismo sexo es un experimento social que nunca antes se ha intentado. Ninguna civilización ha practicado jamás el matrimonio homosexual. Incluso sociedades que permitían la homosexualidad y hasta la fomentaban en ciertas edades y clases sociales, como los griegos antiguos, entendían claramente el matrimonio como la unión estable entre un hombre y una mujer abiertos a tener hijos. Una cosa eran las prácticas sexuales de los ciudadanos y otra muy distinta la familia y la generación/educación de hijos. La homosexualidad ha adoptado muchas formas en distintas sociedades, pero nunca se le ha relacionado con el matrimonio. Experimentar con la sociedad es irresponsable y peligroso. Como dice la prudencia popular, los experimentos, mejor en casa y con gaseosa.
- Sólo un hombre con una mujer generan niños y los crían de forma idónea
-El matrimonio es un status especial que la sociedad reconoce a la unión comprometida entre un hombre y una mujer por una razón: porque su relación corporal es la única capaz de generar nuevos miembros de la especie humana y porque su relación interpersonal es la idónea para criarlos, protegerlos y educarlos. Este servicio es tan importante y benéfico para la sociedad que merece protección legal. Por el contrario, ningún acto corporal entre homosexuales puede generar nuevos seres humanos, y tampoco dos personas del mismo sexo son idóneos para la cría y educación de los niños, que carecerían de referente paterno/masculino (si son dos lesbianas) o materno/femenino (si son dos homosexuales). Son los homosexuales los que deben cargar con el peso de la prueba y demostrar que pueden cumplir las mismas funciones que el matrimonio.
-Para evitar abusos contra/entre homosexuales o desamparo legal no hace falta aprobar el matrimonio homosexual
Casi todos los beneficios de un matrimonio a nivel de herencias, transmisión de bienes, propiedades compartidas, etc... pueden regularlo dos (o más) personas con acuerdos legales ante notario, independientemente de que tengan relaciones sexuales. De hecho, las pocas parejas homosexuales realmente interesadas en estos temas ya han establecido acuerdos así ante notario. Es de destacar que en el contrato matrimonial hay limitaciones, por ejemplo, los cónyuges se comprometen a ser fieles el uno al otro y a la ayuda mutua; en cambio, dos (o más) homosexuales o un grupo de amigos que viven juntos pueden, ante notario, regular muchas de las ventajas del matrimonio sin comprometerse ni a fidelidad ni a ayuda mutua.
-Legalizar el matrimonio homosexual establece un agravio comparativo con las personas que viven juntas sin relaciones sexuales
-Dos ancianas que viven juntas, tres hermanos en una casa, cuatro amigos que comparten piso desde hace seis años... Tienen una relación con afectividad, compromiso y convivencia, igual que puedan tener dos homosexuales. Sin embargo, se ven privadas de las ventajas legales del matrimonio gay porque no practican sexo entre ellos. El matrimonio gay en realidad premia a los practicantes de cierto tipo de sexo, privilegiándoles sobre otras convivencias afectivas y estables. Es evidente la diferencia con el matrimonio verdadero, que premia la complementariedad hombre-mujer estable y abierta a la generación y crianza de los hijos.
-Legalizar el matrimonio homosexual establece un agravio comparativo con los polígamos... y con cualquier otra combinación numérica
-Al contrario que el matrimonio homosexual, que nunca ha sido aceptado por ninguna civilización, la poligamia tiene una larga tradición en numerosos países y sociedades, incluso en nuestros días. Si casamos a dos hombres, ¿con qué argumentos impediremos a nuestros ciudadanos islámicos o de origen subsahariano que no se casen con dos o más mujeres? ¿Puede un emigrante pedir por reagrupación familiar que vengan sus tres esposas? Al menos, las uniones polígamas tradicionales tienen hijos y suelen ser estables, lo cual es un bien social. ¿Con qué argumento los defensores del matrimonio gay lo impedirían? Después de todo, “si se quieren...”
Pero lo cierto es que en los ambientes homosexuales lo que ya se pide es la aprobación de la poligamia bisexual. Un famoso escritor lo ejemplificaba en un número de la revista homosexualista Zero: un amigo suyo está casado con una mujer, madre de sus hijos, y la quiere; pero es homosexual, y tiene una relación con un hombre. ¿Por qué esconderlo? ¿Por qué no casarse todos entre ellos? Así, los niños tendrían dos papás, que siempre es mejor que uno. Cuando el matrimonio deja de ser lo que naturalmente se ve (un hombre y una mujer unidos en un acto de amor que puede generar nuevas vidas–el coito natural está diseñado para uno con una, nadie más- ), entonces puede re-definirse para ser cualquier cosa. Una palabra que sirve para todo ya no sirve para nada.
-Legalizar el matrimonio gay debilita la fortaleza del matrimonio natural, igual que la moneda falsa debilita la moneda verdadera
-Muchas personas piensan que no les afecta en nada que los homosexuales se casen. Es lo mismo que pensar: “no me afecta en nada que haya gente que haga circular falsos billetes de 100 euros, yo soy honrado y no los usaría, de hecho casi nunca veo billetes de 100 euros”. Sin embargo, es evidente que la circulación de moneda falsa nos afecta a todos, porque se pierde confianza en esa moneda, la gente la usa con reticencias, prefiere usar otras monedas (dólares, por ejemplo) o no comerciar o no aceptar ciertos billetes y al final la economía de todos se resiente porque todo es más costoso. Lo mismo pasa cuando se hace circular un matrimonio falso como si fuese matrimonio real.
En los países nórdicos, donde el matrimonio entre homosexuales hace años que existe, la mitad de los niños nacen fuera del matrimonio. Al aprobar el matrimonio homosexual se da el mensaje a la sociedad de que en realidad casarse no significa nada (mensaje reforzado en cualquier país donde exista el divorcio). Como consecuencia la gente no se casa y su compromiso (de pareja y a menudo social) es débil. Igual que la moneda falsa crea desconfianza en el sistema económico, el matrimonio falso crea desconfianza en el compromiso inter-personal y social. Una sociedad basada en la desconfianza, la desvinculación y la falta de compromiso nunca funcionará tan bien como una basada en familias fuertes, comprometidas de por vida por el bienestar de los cónyuges, hijos y parientes.
-En realidad, pocos homosexuales se casan; el objetivo del movimiento gay es destruir el matrimonio heterosexual
-Lo han reconocido muchas veces los líderes homosexuales en España y en el resto del mundo. En realidad muy pocos de ellos quieren “casarse”. Pero el movimiento del homosexualismo político se vuelca en la exigencia del matrimonio para cambiar la sociedad y eliminar una institución (el matrimonio monógamo y de por vida) en la que no creen.
“Luchar por el matrimonio del mismo sexo y sus beneficios y entonces, una vez garantizado, redefinir la institución del matrimonio completamente, pedir el derecho de casarse no como una forma de adherirse a los códigos morales de la sociedad sino de desbancar un mito y alterar radicalmente una institución arcaica. [...] La acción más subversiva que pueden emprender los gays y lesbianas [...] es transformar por completo la noción de familia” [Michael Signorile, activista homosexual y escritor, citado en Crisis Magazine, 8 de enero de 2004]
El activismo homosexual no quiere formar “familias como las demás”. Más bien, quiere llegar a que todas las familias sean como las suyas, para lo cual la clave es desmontar concepto arcaicos y caducos como fidelidad, monogamia, compromiso, fecundidad, paternidad/maternidad, etc...
-Legalizar el matrimonio homosexual significa legalizar la entrega de niños a homosexuales
-Hay gente que dice “yo veo bien que los gays se casen pero no que adopten niños”. Es un error pensar que se va a legalizar el matrimonio sin la adopión: si se legaliza el matrimonio incluirá siempre la adopción. Quien apoye una cosa estará apoyando, quiera o no, la otra. Aunque algunas lesbianas tienen hijos de anteriores relaciones o los han buscado (mediante inseminación artificial o con la cooperación de un hombre) la adopción se plantea para que los homosexuales que, obviamente, no tienen niños, accedan a la educación de niños que, obviamente, eran de parejas heterosexuales.
La adopción de homosexuales tiene diversas desventajas para la sociedad que la permita, empezando por que la escasez de niños hace que se traigan de China, Rusia y otros países... que no van a dar niños a países donde los homosexuales adopten. Así, el deseo de una minoría ínfima va a dificultar a miles de matrimonios que quieren adoptar. Pero el punto clave es que un niño tiene derecho a un padre y una madre, derecho conculcado si se le entrega a dos hombres o a dos mujeres.
-Legalizar el matrimonio homosexual significa poner toda la maquinaria educativa y mediática del Estado al servicio del homosexualismo político
-Si el matrimonio gay es legal, se enseñará en las escuelas. Los libros de texto de los niños explicarán la doctrina que las asociaciones homosexualistas hayan indicado: que la homosexualidad es normal, que es bueno tener dos papás y dos mamás, que los niños deben experimentar con su sexualidad para descubrir qué sexo les atrae más y que las personas que se oponen a la homosexualidad (como los papás de los niños cristianos) son intolerantes. Por supuesto, cada serie de televisión tendrá su pareja de homosexuales o lesbianas con niños, conviviendo felices para ejemplo y edificación de tantos matrimonios con problemas. De hecho, hay en España centros de scouts y de ocio infantil que activamente difunden ya esta ideología.
-Legalizar el matrimonio homosexual implicará a medio plazo multas y penas de cárcel para quien critique la actividad homosexual
-En Suecia, donde hay uniones gay desde 1995 con adopción de niños desde 2002, se decretó pena de cárcel para un pastor pentecostal que básicamente se limitaba a predicar las palabras de San Pablo sobre la homosexualidad. Otro país donde criticar la homosexualidad ha significado multas y juicios es Canadá. El grado de respetabilidad de la relación gay (no ya de la persona, que obviamente es merecedora de respeto simplemente por ser persona) será extremo y su crítica punible. La libertad de expresión se verá recortada y probablemente también la libertad religiosa.
-Legalizando el matrimonio homosexual, España ensanchará su abismo con otras civilizaciones y la propia cultura occidental
La mayoría de los musulmanes del mundo conocen poco de Occidente y de su democracia. Lo que conocen es básicamente lo peor: que producimos pornografía, que la exportamos en grandes cantidades, que –a sus ojos- nuestras mujeres visten impúdicamente, y que estas mismas mujeres, cuando se les da un cargo en una prisión (ver Abu Ghraib en Irak), vejan, humillan, desnudan y filman pornografía con los prisioneros y la hacen circular. Algo parecido piensan en la China comunista, incluso en las masas populares de la democrática y anglohablante India. Tiranos y fundamentalistas islámicos o comunistas señalan con razón estos y otros elementos para justificar en sus países que “lo que los occidentales llaman democracia es vicio y degeneración”.
Casar homosexuales y destruir la familia no va a ayudar nada al diálogo Oriente-Occidente ni a mostrar las bondades de la democracia. Llamar “derechos humanos” al matrimonio homosexual va a servir para erosionar los verdaderos derechos humanos, para que el mundo no Occidental vea que Occidente impone una moral (o una inmoralidad, desde su punto de vista) no basada en la naturaleza común del ser humano sino en el individualismo, el materialismo y el hedonismo. Millones de musulmanes y de chinos (y la autoridad moradle Occidente) van a ser perjudicados por esta piedra en el camino de extender una auténtica democracia y unos derechos humanos auténticos.
Hay pues muchas razones perfectamente prácticas para que una sociedad responsable diga "no" al matrimonio entre homosexuales desde el respeto a estas personas.
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martes, 19 de junio de 2007
7 de cada 10 mujeres que abortan sufren secuelas psíquicas
El Instituto Elliot lleva casi 20 años investigando las consecuencias de acabar con una gestación
Sara Martín Enviada especial
El Elliot inserta publicidad en prensa: «Cuando ella tenía 17 años, su madre le dijo que el aborto sólo le dolería por un tiempo... pero 40 años, 2 hijos y 3 nietos después, aún le duele»
Springfield (Illinois)- Dedicado a jornada completa a probar científicamente que el Síndrome Post Aborto (SPA) es una realidad para la mujer y dirigido por el doctor David C. Reardon -reconocida autoridad mundial en este campo-, el Instituto Elliot es el esfuerzo conjunto de diversos profesionales de la medicina y de la publicidad que han decidido investigar y difundir qué hay detrás de un aborto provocado, cuáles son sus causas y, sobre todo, sus consecuencias en la mujer.
Más devastador de lo pensado. Tras casi veinte años de trabajo con cientos de asociaciones de varios países, los estudios realizados por el Instituto Elliot -publicados y avalados por revistas científicas de primer nivel- han demostrado que el aborto provocado es mucho más «devastador» en la mujer de lo que previamente se pensaba. Uno de los más importantes, aparecido en la «Medical Science Monitor» en 2004, comparó a mujeres americanas y rusas que habían sufrido un aborto provocado. Los resultados demostraron que al menos un 65% de las americanas estaban experimentando, como consecuencia de éste, múltiples síntomas asociados al Desorden de Estrés Post Traumático.
Otro de los estudios en los que ha participado el doctor Reardon fue realizado con pacientes ocho semanas después de su aborto: los investigadores encontraron que el 44% de ellas se quejaban de desórdenes nerviosos, el 36% había experimentado problemas para dormir, el 31% se arrepentía de su decisión y al 11% de ellas le había sido prescrito algún tipo de medicación psicotrópica.
El Instituto Elliot también ha dedicado sus esfuerzos a recabar en un solo volumen las alrededor de cien complicaciones físicas asociadas al aborto que se han demostrado en distintos estudios alrededor del mundo. Entre las llamadas «menores», se encuentran las infecciones, sangrados, fiebres, dolor crónico abdominal, alteraciones intestinales y vómitos; entre las «mayores», los estudios han encontrado embolias, perforación de útero, mortalidad, convulsiones, pérdida de protección ante el cáncer de mama, hemorragias y lesiones cervicales.
Por otro lado, según explica el doctor Reardon, desde 1980 los profesionales de la salud mental han empezado a tratar a un creciente número de mujeres que sufren dificultades mentales y emocionales como resultado de un aborto provocado. Aun así, la investigación existente es «inadecuada para cuantificar la magnitud del problema», asegura. Por eso, «mientras el número de mujeres que sufren el SPA es desconocido, los psicólogos que trabajan en este campo han definido las características de las mujeres con más probabilidades de sufrir este trauma: aquellas que se han sentido presionadas a abortar,o las que todavía dudan de la decisión que tomaron».
Legal, no seguro. Por eso, la investigación recuerda que los traumas psicológicos -muchas veces irreversibles- son siempre lo más doloroso para la mujer. Tal y como denuncia Amy Sobie, portavoz del Instituto Elliot, «el aborto continúa matando a mujeres. Puede ser legal, pero no es seguro». Y lo argumenta explicando que las revistas médicas más importantes han dado cuenta del mayor índice de muerte asociado al aborto, además de tasas de suicidio siete veces superiores en las mujeres que lo han sufrido. Además, la investigación también ha relacionado el aborto provocado con el abuso de sustancias adictivas, la depresión, la infertilidad y el divorcio.
Como concluye Sobie, «los estudios demuestran que las mujeres que han sufrido un aborto provocado no apoyan a los grupos pro abortistas. Ellas saben de primera mano que la industria abortista les ha fallado».
Mientras el 90% de las mujeres que han abortado aseguran que no tuvieron la suficiente información, el 83% reconoce que habría continuado con su embarazo si hubiera recibido apoyo. Así, parece claro que el aborto resulta ser una mala «medicina» aunque un gran negocio.
Sara Martín Enviada especial
El Elliot inserta publicidad en prensa: «Cuando ella tenía 17 años, su madre le dijo que el aborto sólo le dolería por un tiempo... pero 40 años, 2 hijos y 3 nietos después, aún le duele»
Springfield (Illinois)- Dedicado a jornada completa a probar científicamente que el Síndrome Post Aborto (SPA) es una realidad para la mujer y dirigido por el doctor David C. Reardon -reconocida autoridad mundial en este campo-, el Instituto Elliot es el esfuerzo conjunto de diversos profesionales de la medicina y de la publicidad que han decidido investigar y difundir qué hay detrás de un aborto provocado, cuáles son sus causas y, sobre todo, sus consecuencias en la mujer.
Más devastador de lo pensado. Tras casi veinte años de trabajo con cientos de asociaciones de varios países, los estudios realizados por el Instituto Elliot -publicados y avalados por revistas científicas de primer nivel- han demostrado que el aborto provocado es mucho más «devastador» en la mujer de lo que previamente se pensaba. Uno de los más importantes, aparecido en la «Medical Science Monitor» en 2004, comparó a mujeres americanas y rusas que habían sufrido un aborto provocado. Los resultados demostraron que al menos un 65% de las americanas estaban experimentando, como consecuencia de éste, múltiples síntomas asociados al Desorden de Estrés Post Traumático.
Otro de los estudios en los que ha participado el doctor Reardon fue realizado con pacientes ocho semanas después de su aborto: los investigadores encontraron que el 44% de ellas se quejaban de desórdenes nerviosos, el 36% había experimentado problemas para dormir, el 31% se arrepentía de su decisión y al 11% de ellas le había sido prescrito algún tipo de medicación psicotrópica.
El Instituto Elliot también ha dedicado sus esfuerzos a recabar en un solo volumen las alrededor de cien complicaciones físicas asociadas al aborto que se han demostrado en distintos estudios alrededor del mundo. Entre las llamadas «menores», se encuentran las infecciones, sangrados, fiebres, dolor crónico abdominal, alteraciones intestinales y vómitos; entre las «mayores», los estudios han encontrado embolias, perforación de útero, mortalidad, convulsiones, pérdida de protección ante el cáncer de mama, hemorragias y lesiones cervicales.
Por otro lado, según explica el doctor Reardon, desde 1980 los profesionales de la salud mental han empezado a tratar a un creciente número de mujeres que sufren dificultades mentales y emocionales como resultado de un aborto provocado. Aun así, la investigación existente es «inadecuada para cuantificar la magnitud del problema», asegura. Por eso, «mientras el número de mujeres que sufren el SPA es desconocido, los psicólogos que trabajan en este campo han definido las características de las mujeres con más probabilidades de sufrir este trauma: aquellas que se han sentido presionadas a abortar,o las que todavía dudan de la decisión que tomaron».
Legal, no seguro. Por eso, la investigación recuerda que los traumas psicológicos -muchas veces irreversibles- son siempre lo más doloroso para la mujer. Tal y como denuncia Amy Sobie, portavoz del Instituto Elliot, «el aborto continúa matando a mujeres. Puede ser legal, pero no es seguro». Y lo argumenta explicando que las revistas médicas más importantes han dado cuenta del mayor índice de muerte asociado al aborto, además de tasas de suicidio siete veces superiores en las mujeres que lo han sufrido. Además, la investigación también ha relacionado el aborto provocado con el abuso de sustancias adictivas, la depresión, la infertilidad y el divorcio.
Como concluye Sobie, «los estudios demuestran que las mujeres que han sufrido un aborto provocado no apoyan a los grupos pro abortistas. Ellas saben de primera mano que la industria abortista les ha fallado».
Mientras el 90% de las mujeres que han abortado aseguran que no tuvieron la suficiente información, el 83% reconoce que habría continuado con su embarazo si hubiera recibido apoyo. Así, parece claro que el aborto resulta ser una mala «medicina» aunque un gran negocio.
Células Madre
Josu de la Varga
Células madre: “Seis verdades innegables” para no destruir embriones humanos
Experto estadounidense constata la ineficacia de las células embrionarias, el éxito de los ensayos con adultas y el estatus moral del embrión
Crece en Estados Unidos el debate ético sobre la conveniencia, o no, de que haya una financiación pública de las investigaciones con células madre embrionarias. Un experto estadounidense en la materia expone seis sólidos argumentos contra la manipulación y destrucción de embriones para obtener células estaminales.
Robert P. George, catedrático de Jurisprudencia en la Universidad de Princeton y miembro del Consejo de Bioética del presidente de los Estados Unidos, verifica en un artículo de opinión publicado el pasado 13 de abril en LA GACETA, Seis verdades innegables, que las células embrionarias han mostrado hasta ahora una total ineficacia.
Por el contrario, dice George en el mismo artículo, “existen más de 1.200 ensayos clínicos con células madre derivadas de tejido adulto” que han obtenido resultados. Además, entre otras cuestiones, el experto constata que existe un reconocimiento generalizado del “estatus moral propio del embrión humano”.
La batalla de Bush
El presidente Bush para dispuesto a utilizar todos los recursos a su alcance para vetar la decisión del Senado de estados Unidos, que acaba de aprobar “un polémico proyecto legislativo que abriría las puertas del erario federal a la experimentación médica con células madre embrionarias”, asegura George.
Después de que el Bush ya vetara el proyecto anterior del Parlamento norteamericano, la Casa Blanca ha asegurado que volverá a vetar cualquier iniciativa similar.
La información de que dispone hasta ahora la opinión pública norteamericana y los aspectos morales que rodean esta cuestión sólo han contribuido a “aumentar el grado de confusión sobre un asunto de por sí bastante complejo. Creo que, a pesar del radical enfrentamiento ideológico, existen por lo menos seis presupuestos objetivos innegables”, añade el experto en bioética.
Las “seis verdades innegables”
Robert P. George expone en su artículo esos seis argumentos contra las investigaciones con embriones.
1. La experimentación con células madre embrionarias no se encuentra prohibida en los Estados Unidos.
George asegura que “muchos laboratorios norteamericanos se dedican actualmente a extraer células madre a partir de embriones humanos. No existe restricción alguna a la financiación privada de tales actividades”.
Por otra parte, añade, “los científicos estadounidenses lideran el panorama mundial en estudios experimentales sobre manipulación embrionaria”.
2. Estamos muy lejos de encontrar terapias efectivas a partir de células madre embrionarias.
El experto certifica que “actualmente no se ha desarrollado ningún tipo de terapia médica en base a células madre embrionarias. [...] Incluso los científicos de mayor renombre en el campo de la investigación con embriones han aceptado expresamente que la posibilidad de conducir terapias médicas basándose en dicho tipo de células es aún muy remota”.
Sin embargo, agrega, “existen más de 1.200 ensayos clínicos con células madre derivadas de tejido adulto”.
3. Se reconoce un status moral propio al embrión humano.
Según indica George, el Comité Nacional de Asesoría Bioética del presidente Bill Clinton señaló en su momento que “la mayoría estará de acuerdo en que los embriones merecen respeto dado que constituyen una forma de vida humana.”
El comité aceptó la “posibilidad de utilizar los embriones sobrantes de las terapias realizadas en clínicas de reproducción asistida”, pero sólo cuando se contribuyera a salvar vidas humanas, recuerda el experto, que afirma que “el grupo de estudio no recomendó jamás la creación de nuevos embriones mediante la clonación o cualquier otro método que conlleve su destrucción”.
4. Hay otras alternativas que vale la pena explorar.
“Es cada vez más evidente que existen opciones científicas que no incluyen la destrucción de embriones humanos, a partir de las cuales se obtendrían células madre con propiedades equivalentes”, asegura en su artículo.
Permitirían “la reprogramación de células somáticas, la obtención de células madre del líquido amniótico o la transferencia nuclear alterada”, añade.
5. Los cuestionamientos a la destrucción de embriones no obedecen únicamente a convicciones religiosas.
George recuerda que “Charles Krauthammer, antiguo miembro del Consejo de Bioética del presidente de EEUU, se refirió a este punto con gran claridad: ‘No creo que la vida humana -refiriéndose a los atributos morales de la persona- comience con la concepción. Sin embargo, muchos individuos de orientación secular encontramos serios dilemas éticos en la destrucción de embriones humanos. No se necesita ser una persona religiosa para mostrar preocupación sobre el tema. Sólo es necesario ser consciente de la capacidad demostrada del hombre para causar el mal en su intento por hacer el bien’”.
6. Salvar vidas humanas es el principal motivo de quienes investigan con células madre, pero no el único.
El experto en bioética asegura que “la mayoría de los científicos son concientes de que las células madre embrionarias no tienen valor terapéutico actual y que no se vislumbra que lo tengan en un futuro próximo, principalmente por su inestabilidad y grave tendencia a producir tumores”.
Así, en muchas ocasiones, el interés de muchos científicos por experimentar con embriones es por “el afán de ‘aprender más’ sobre los mecanismos biológicos que permiten el desarrollo temprano de los humanos en el vientre materno”, añade.
George concluye en su artículo que “la experimentación destructiva de embriones no puede ser justificada moralmente, incluso si fuera verdaderamente efectiva para encontrar curas a terribles enfermedades”.
Células madre: “Seis verdades innegables” para no destruir embriones humanos
Experto estadounidense constata la ineficacia de las células embrionarias, el éxito de los ensayos con adultas y el estatus moral del embrión
Crece en Estados Unidos el debate ético sobre la conveniencia, o no, de que haya una financiación pública de las investigaciones con células madre embrionarias. Un experto estadounidense en la materia expone seis sólidos argumentos contra la manipulación y destrucción de embriones para obtener células estaminales.
Robert P. George, catedrático de Jurisprudencia en la Universidad de Princeton y miembro del Consejo de Bioética del presidente de los Estados Unidos, verifica en un artículo de opinión publicado el pasado 13 de abril en LA GACETA, Seis verdades innegables, que las células embrionarias han mostrado hasta ahora una total ineficacia.
Por el contrario, dice George en el mismo artículo, “existen más de 1.200 ensayos clínicos con células madre derivadas de tejido adulto” que han obtenido resultados. Además, entre otras cuestiones, el experto constata que existe un reconocimiento generalizado del “estatus moral propio del embrión humano”.
La batalla de Bush
El presidente Bush para dispuesto a utilizar todos los recursos a su alcance para vetar la decisión del Senado de estados Unidos, que acaba de aprobar “un polémico proyecto legislativo que abriría las puertas del erario federal a la experimentación médica con células madre embrionarias”, asegura George.
Después de que el Bush ya vetara el proyecto anterior del Parlamento norteamericano, la Casa Blanca ha asegurado que volverá a vetar cualquier iniciativa similar.
La información de que dispone hasta ahora la opinión pública norteamericana y los aspectos morales que rodean esta cuestión sólo han contribuido a “aumentar el grado de confusión sobre un asunto de por sí bastante complejo. Creo que, a pesar del radical enfrentamiento ideológico, existen por lo menos seis presupuestos objetivos innegables”, añade el experto en bioética.
Las “seis verdades innegables”
Robert P. George expone en su artículo esos seis argumentos contra las investigaciones con embriones.
1. La experimentación con células madre embrionarias no se encuentra prohibida en los Estados Unidos.
George asegura que “muchos laboratorios norteamericanos se dedican actualmente a extraer células madre a partir de embriones humanos. No existe restricción alguna a la financiación privada de tales actividades”.
Por otra parte, añade, “los científicos estadounidenses lideran el panorama mundial en estudios experimentales sobre manipulación embrionaria”.
2. Estamos muy lejos de encontrar terapias efectivas a partir de células madre embrionarias.
El experto certifica que “actualmente no se ha desarrollado ningún tipo de terapia médica en base a células madre embrionarias. [...] Incluso los científicos de mayor renombre en el campo de la investigación con embriones han aceptado expresamente que la posibilidad de conducir terapias médicas basándose en dicho tipo de células es aún muy remota”.
Sin embargo, agrega, “existen más de 1.200 ensayos clínicos con células madre derivadas de tejido adulto”.
3. Se reconoce un status moral propio al embrión humano.
Según indica George, el Comité Nacional de Asesoría Bioética del presidente Bill Clinton señaló en su momento que “la mayoría estará de acuerdo en que los embriones merecen respeto dado que constituyen una forma de vida humana.”
El comité aceptó la “posibilidad de utilizar los embriones sobrantes de las terapias realizadas en clínicas de reproducción asistida”, pero sólo cuando se contribuyera a salvar vidas humanas, recuerda el experto, que afirma que “el grupo de estudio no recomendó jamás la creación de nuevos embriones mediante la clonación o cualquier otro método que conlleve su destrucción”.
4. Hay otras alternativas que vale la pena explorar.
“Es cada vez más evidente que existen opciones científicas que no incluyen la destrucción de embriones humanos, a partir de las cuales se obtendrían células madre con propiedades equivalentes”, asegura en su artículo.
Permitirían “la reprogramación de células somáticas, la obtención de células madre del líquido amniótico o la transferencia nuclear alterada”, añade.
5. Los cuestionamientos a la destrucción de embriones no obedecen únicamente a convicciones religiosas.
George recuerda que “Charles Krauthammer, antiguo miembro del Consejo de Bioética del presidente de EEUU, se refirió a este punto con gran claridad: ‘No creo que la vida humana -refiriéndose a los atributos morales de la persona- comience con la concepción. Sin embargo, muchos individuos de orientación secular encontramos serios dilemas éticos en la destrucción de embriones humanos. No se necesita ser una persona religiosa para mostrar preocupación sobre el tema. Sólo es necesario ser consciente de la capacidad demostrada del hombre para causar el mal en su intento por hacer el bien’”.
6. Salvar vidas humanas es el principal motivo de quienes investigan con células madre, pero no el único.
El experto en bioética asegura que “la mayoría de los científicos son concientes de que las células madre embrionarias no tienen valor terapéutico actual y que no se vislumbra que lo tengan en un futuro próximo, principalmente por su inestabilidad y grave tendencia a producir tumores”.
Así, en muchas ocasiones, el interés de muchos científicos por experimentar con embriones es por “el afán de ‘aprender más’ sobre los mecanismos biológicos que permiten el desarrollo temprano de los humanos en el vientre materno”, añade.
George concluye en su artículo que “la experimentación destructiva de embriones no puede ser justificada moralmente, incluso si fuera verdaderamente efectiva para encontrar curas a terribles enfermedades”.
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