domingo, 11 de noviembre de 2007

Evangelio de Judas I

I. Evangelios Apócrifos

• El texto pareciera estar fechado entre el siglo IV y el siglo V, es decir, unos 300 ó 400 años después de la vida de Jesús. Es imposible, por lo tanto, que sea Judas su autor directo, sino que puede tratarse de una copia del «Evangelio de Judas», citado por San Ireneo de Lyon hacia el año 180.

• Fue redactado por la secta gnóstica de los Cainitas y presenta a Judas Iscariote de una manera positiva, como un personaje que sólo obedeció una supuesta orden divina de entregar a Jesús para que pudiera cumplirse la obra de salvación.

• Siempre se supo de la existencia de Evangelios Apócrifos, es decir, no inspirados porque no contienen la verdad acerca de la Revelación de Dios y su deseo de salvación para la humanidad y desde siempre fueron rechazados por el conjunto de la comunidad cristiana porque son incompatibles con la fe.

• La Iglesia nunca ha ocultado o negado la existencia de estos documentos. Al contrario, estos textos han sido publicados y están editados en muchas editoriales a través del mundo entero, como la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC) o la Editorial Ciudad Nueva, entre otras.

• Los Evangelios Apócrifos no son reconocidos como inspirados por Dios porque simplemente buscaban satisfacer la curiosidad de algunos, o contenían leyendas fantasiosas respecto a Jesús, o explicaban opiniones particulares de algunos grupos religiosos acerca de Cristo. No buscaban la verdad más profunda sobre Dios y su obra salvadora.

• Algunos de estos Evangelios Apócrifos pertenecen a sectas gnósticas, como la de los Cainitas, cuyo propósito principal era reivindicar figuras del Antiguo y del Nuevo Testamento que cayeron en la maldad, como Caín (que mató a su hermano Abel) y como Judas (que traicionó a Jesús). Los gnósticos pretendían que la salvación se logra sólo por el conocimiento que tengamos de Dios, no por obra del amor y de la misericordia de Dios, que envió a su Hijo Jesús al mundo.

II. Diferencias entre cristianos y gnósticos

• La principal diferencia entre los gnósticos y los cristianos radica en su concepción acerca del origen del mal en el mundo. Los cristianos creemos en un Dios bueno que ha creado un mundo bueno. Los gnósticos creen en un Dios que ha creado el mal y ha creado al mundo de manera desordenada.

• Los cristianos creemos que la maldad nace a partir del mal ejercicio de la libertad con la que Dios nos ha creado, porque Dios siempre respeta nuestra libertad. Los gnósticos afirman que Dios quiere el mal en el mundo y por eso se explica la acción de los hombres malos, como Caín o Judas.

• Dios conoce todas nuestras intenciones, incluso los errores, pecados y decisiones equivocadas. A veces se vale de ellas para obtener un bien en su plan providencial para el hombre.

Asumiendo estas orientaciones y aclaraciones, podemos entender de mejor manera lo que puede representar un texto como el que comentamos y cómo ello no afecta en nada la fe y la doctrina católica. Así, podemos responder algunas otras interrogantes.

III. El drama de Judas

• ¿Cómo podemos entender el papel y la persona de Judas Iscariote? Judas fue, como todos los demás seres humanos, un hombre creado con el atributo de la libertad. No se puede decir que Dios buscó que Judas cayera en el mal y se viera obligado a cumplir un rol histórico ya determinado, como una opción fatalista a la que no podía sustraerse de ninguna manera. No nació con el sello de una condena fatal. Judas usó su libertad para hacer el mal.

• ¿Podemos saber si Judas se salvó o se condenó? La Iglesia, a través de los procesos de beatificación y de canonización de una persona, puede tener la absoluta certeza de la santidad de alguien y de que esa persona goza de la presencia eterna ante Dios, que ha practicado las virtudes cristianas y merece la gloria de Dios y la salvación eterna. Pero no puede tener la certeza absoluta de una condena eterna y de que alguna persona esté en esa condición. Ni siquiera respecto a Judas. Lo que la fe siempre ha manifestado es la inmensa bondad y misericordia de Dios. Sólo Dios conoce el destino de las personas. Cualquier ser humano puede arrepentirse de sus pecados y errores en el último momento de su existencia terrenal. El drama de Judas, más que la gravedad de su pecado en sí, fue su falta de esperanza, el hecho de cerrarse en sí mismo, en vez de reconocer su falta, llorar su pecado y volver al amor de Dios, como lo hizo, por ejemplo, el Apóstol Pedro.

• ¿Por qué despiertan tanto interés temas o libros como el «Evangelio de Judas» u otros similares? La obra musical «Jesucristo Superestrella» y algunos ejemplos de la literatura reciente nos muestran una figura de Judas que podríamos llamar «simpática» o «benevolente» respecto a este personaje. Ello llama la atención y es una invitación a que ese tratamiento de la persona redunde en éxitos mediáticos y comerciales, en una perspectiva sociológica, comunicacional o de la propia psicología humana.

sábado, 13 de octubre de 2007

La Verdad de los Templarios

La noche de los templarios

Se cumplen hoy 700 años del Viernes 13, cuando los monjes soldados fueron masacrados El Vaticano publica documentos inéditos que muestran que las imputaciones eran falsas

ÍÑIGO DOMÍNGUEZ i.dominguez@diario-elcorreo.com

El Vaticano no quería acabar con los templarios y no los condenó por herejía, pero se vio atrapado en una crisis política y el papa, Clemente V, se murió sin arreglarlo. Esto se supo hace tres años con el descubrimiento por azar de un sorprendente documento en los Archivos Vaticanos, un texto del pontífice que absolvía a la orden guerrera, pero ahora se vuelve a hablar de ello porque sale el libro 'oficial' sobre el asunto. También porque los templarios siempre tienen morbo y, además, porque fue tal día como hoy, hace 700 años, cuando los masacraron, el famoso Viernes 13 de 1307. Desde entonces esa fecha se asocia con los malos augurios, una huella más del extraño atractivo de los monjes armados.

El libro que por fin pone orden, siete siglos después, en el controvertido final de los caballeros es una iniciativa del propio Vaticano. Y se lo ha tomado en serio. Serán los monseñores Raffaele Farina, archivista y bibliotecario de la Iglesia, y Sergio Pagano, prefecto del Archivo Secreto Vaticano, quienes presentarán el próximo día 25 una edición de 799 ejemplares que reúne y reproduce por primera vez las actas integrales del proceso a los templarios. 'Processus contra Templarios' cuenta, entre otros documentos, con el 'Folio de Chinon', descubierto por una joven investigadora de 34 años, Barbara Frale, que curioseaba en el Archivo Secreto. Es un papel de 1308, al año siguiente del Viernes 13, en el que Clemente V absuelve a los templarios de herejía. Era desconocido hasta ahora por un error en la reordenación del archivo en el siglo XVII.

Envidia y codicia

¿Por qué ha dado esto un vuelco en la historia? Para comprenderlo hay que recordar cómo fue el final de los templarios, un relato muy entretenido. La orden andaba un tanto perdida al final del XIII tras las cruzadas. Los caballeros de San Juan de Jerusalén, por ejemplo, se reciclaron como potencia marítima en Rodas, pero los templarios habían regresado a sus monasterios de Europa y resultaban incómodos por su influencia. De hecho, en el Vaticano estaban pensando en fusionar las dos órdenes o disolverlas. Por otro lado, tenían mala fama y se miraba con envidia su riqueza. Eran una fuerza extendida desde Chipre a España, al margen de fronteras. El poder, y más que nadie el rey de Francia, Felipe IV el Hermoso, les temía y les tenía ganas. También por sus tesoros: necesitaba sostener la naciente burocracia francesa, y es que además él mismo les debía dinero.

Lo que hizo el rey francés es un manual de purga estaliniana, montaje político y manipulación de la opinión pública. Encontró la excusa para meterles mano en 1303, a través del testimonio interesado de Esquieu de Floryan, un prior que había asesinado en Milán al gobernador provincial de la orden y había huido a París. Para salvar el pellejo, contó supuestas barbaridades sobre las prácticas templarias. Se dijo que en el rito de iniciación a la orden los aspirantes debían renegar de Cristo, escupir en la cruz y practicar el clásico 'osculo infame', es decir, besar el culo al gran maestro de turno, además de ofrecerle el propio. También adoraban a sapos y gatos, a Baphomet y Acharnoth, y tenían inclinaciones cátaras y musulmanas. A la vez. En fin, carnaza de primera clase para la Inquisición, que armó una acusación de once cargos contra los templarios, entre ellos herejía, blasfemia, idolatría y sodomía.

«El rey de Francia no necesitaba construir un edificio acusatorio coherente, le bastaba que fuera eficaz para la opinión pública», explica Franco Cardini, historiador medieval que participará en la presentación del libro vaticano. En su opinión, podía haber «contaminaciones heréticas» en la orden, pero piensa que eran prácticas más cercanas a las novatadas pesadas que al esoterismo. Frale añade que el rito de escupir la cruz, si existía, «podía ser un modo de poner a prueba la obediencia absoluta de los caballeros y prepararles a lo que los sarracenos podían hacer con ellos».

Redada sangrienta

Felipe el Hermoso esperó al funeral de su cuñada, que reunió en París a realeza y templarios, para montar esa noche la histórica redada del viernes 13. Cayeron centenares de templarios en toda Francia, entre ellos el Gran Maestre Jacques de Molay, y gracias al práctico método de la tortura confesaron todo y más. Era un desafío a la autoridad del Papa, pero Clemente V, que era francés y fue quien trasladó el pontificado a Aviñón, era débil y muy sometido al monarca. Al final acabó convocando un concilio en Vienne que en 1312 disolvió la orden.

Lo que revela el nuevo documento es que Clemente V absolvió a los templarios de herejía. Había enviado una comisión de cardenales al castillo de Chinon, donde estaba Molay y la plana mayor templaria, para saber qué estaba pasando. El 20 agosto de 1308 la acusación de herejía fue rebajada a apostasía. «Todo fue un complot y el papa intentó detenerlo, pero no lo consiguió, porque el rey respondió con un proceso de brujería contra el anterior pontífice, Bonifacio VIII, y había un riesgo de cisma de la Iglesia de Francia», ha explicado Frale. Luego, en el concilio, suspendió la orden, «aunque no era una medida definitiva y preveía restablecerla, pero murió y en 700 años ningún pontífice la modificó».

Procesión de zumbados

Molay y sus colegas pagaron el pato. El Gran Maestre padeció siete años de tormentos y fue quemado el 18 de marzo de 1314 en Chinon. Este pueblecito francés se ha convertido en símbolo de la tragedia templaria, y no es de descartar que hoy sea lugar de encuentro de zumbados en procesión, disfrazados como en un estreno de 'Harry Potter', un 'botellón' en Stonehenge o un concierto de Mago de Oz.

Ése es precisamente otro aspecto curioso de los templarios. En su día, el Viernes 13 causó conmoción en Europa. Dante los defendió; Ramón Llul, afirma Cardini, se manifestó en contra. Pero el asunto fue perdiendo interés y quedaron olvidados. En realidad, la fascinación templaria que llega a nuestros días nace más tarde, en el XVIII, con el auge del esoterismo en Europa y la transformación de algunas logias masónicas en alegres mascaradas medievales. En el siglo XX fue filón inagotable para los camelos organizados por personajes como Pierre Plantard, el ex-colaboracionista francés que se inventó el Priorato de Sión, las historias de Rennes-le-Chateau y demás mandangas recicladas por Dan Brown. Hoy, perviven decenas de órdenes templarias de variada ralea, entre la beneficiencia y el esperpento, de los salones más presentables a las oscuras logias de Internet.


Publicado en “El Correo” el 13 de octubre de 2007

domingo, 9 de septiembre de 2007

Hipótesis sobre María

Monseñor Munilla

Hipótesis sobre María


En este tiempo de descanso en el que nos encontramos, me permito aprovechar el presente artículo para recomendaros una lectura veraniega. Recientemente se ha publicado en España la traducción al castellano de un libro de Vittorio Messori, con el título Hipótesis sobre María (Editorial Libros Libres). El escritor es de sobra conocido. Fue el autor del libro entrevista a Juan Pablo II Cruzando el umbral de la esperanza (1996), además del libro entrevista al Cardenal Ratzinger Informe sobre la Fe (1984). Dos auténticos “best-seller” mundiales, a los que hay que añadir el éxito de su libro Hipótesis sobre Jesús, del que se vendieron en Italia más de un millón de ejemplares y que además fue traducido a veinte idiomas. Para quienes no le conocen, podemos presentarlo también como el columnista católico más leído. Tiene la agilidad del periodista y la fuerza del neoconverso, ya que en su juventud militó en el comunismo ateo.
A lo largo de cincuenta capítulos, Vittorio Messori hace una investigación sobre las apariciones marianas más recientes que han obtenido la aprobación de la Iglesia. En su trabajo periodístico recopila todos estos sucesos, enigmas, indicios, milagros, mensajes… Hay que destacar que, a pesar de adentrarse en un terreno tan delicado, el autor no se sale de unos parámetros de austeridad ni tampoco presenta la figura de María bajo la imagen de “devocionismos” lejanos del lenguaje contemporáneo. Lo cierto es que las apariciones marianas están ahí y las peregrinaciones a los santuarios nacidos en tornos a ellas, han florecido en plena crisis de secularización. Al mismo tiempo que en nuestras parroquias se producía una disminución de asistencia de fieles, aumentaban las peregrinaciones a Lourdes, Fátima y tantos otros santuarios, donde los peregrinos se cuentan por millones. Si Jesús nos dijo en el Evangelio aquello de “por sus frutos los conoceréis” (Mt 7, 16), tenemos que abrir los ojos y alabar a Dios por la cantidad de conversiones que se producen bajo la sombra de estos santuarios marianos. Sería una cobardía no querer ver esta realidad y huir de ella de algo resbaladizo y embarazoso, cuando es evidente que estamos ante uno de los mayores referentes pastorales de la Iglesia Católica.
Es cierto que ninguna aparición es indispensable para la fe, ni tan siquiera las que han sido aprobadas por la Iglesia. Bien sabemos que la Revelación ha llegado a su plenitud con Jesucristo. Pero, al mismo tiempo, ¿cómo le vamos a negar a Dios la posibilidad de que nos hable a través de personas santas y sencillas, incluso a través de hechos milagrosos? ¿Quiénes somos nosotros para decirle a Dios cómo tiene que hacer las cosas?
Como decía el Cardenal Ratzinger en aquel libro entrevista al que hemos hecho referencia: “Las apariciones que la Iglesia ha aprobado oficialmente –Lourdes, ante todo, y posteriormente Fátima- ocupan un lugar preciso en el desarrollo de la vida de la Iglesia en el último siglo. Muestran, entre otras cosas, que la Revelación –aún siendo única, plena y, por consiguiente, insuperable- no es algo muerto; es viva y vital”. En resumen, Vittorio Messori lanza este libro con el convencimiento de que las apariciones marianas son una llamada de Cristo a través de su Madre, una sacudida a nuestra indiferencia, una confirmación del Evangelio, un afianzamiento de nuestra fe…
No podemos olvidar aquella anécdota del pontificado de Juan Pablo II, cuando en una rueda de prensa, un periodista le preguntaba al Papa la razón de su espiritualidad tan mariana. Karol Wojtyla no dudó un instante en dar la respuesta: “Por motivos cristológicos”. Es decir, todo lo que la Iglesia ha dicho y dice sobre María está al servicio de Cristo. Los dogmas marianos no han sido promulgados en primer lugar con el objeto de fomentar la devoción a María, sino porque nos ayudan a salvaguardar la auténtica fe en Cristo. La Mariología es en realidad Cristología. De la misma manera en que la Maternidad de María remarca la verdadera humanidad de Jesucristo, así también su Concepción Virginal por obra del Espíritu Santo, nos descubre la divinidad de Jesucristo. A estas alturas, tenemos ya sobradas pruebas de que allí donde la devoción mariana ha sido arrinconada, con el tiempo se ha terminado por desvanecer la fe en el propio Jesucristo. En pocas palabras, como afirmaba el Concilio Vaticano II, “María, por su íntima participación en la historia de la salvación, reúne en sí y refleja en cierto modo las supremas verdades de la fe”.
Añadamos a estos argumentos teológicos, que la devoción mariana tiene la cualidad de conjugar dos dimensiones distintas pero no antitéticas: la razón y el corazón. Cuando María no está suficientemente presente en la explicación del credo católico, corremos el riesgo de reducir el mensaje cristiano a una abstracción racional, en la que se hace muy palpable la falta de “la Madre”. Para que la mente del cristiano reflexione con lucidez sin dejarse cegar por falsas ideologías, su corazón debe de estar caldeado por la devoción a María.
Al mismo tiempo que los lectores de “El Norte de Castilla” leen este artículo, una numerosa peregrinación de cerca de quinientos palentinos nos encontramos en el Santuario de Lourdes de Francia. Nos unimos a los seis millones de peregrinos que pasan anualmente por esa gruta de Massabielle, en la que la Madre del Cielo dijo a Santa Bernardita: “Yo soy la Inmaculada Concepción”. La presencia maternal de la Virgen se siente fuertemente y ha hecho de esta gruta un perenne lugar de oración y conversión. Más allá de las sanaciones y de otros hechos milagrosos, el mayor don que allí esperamos recibir de la Virgen es la fe, la esperanza y la caridad. Acudiremos a Ella con devoción, confianza y cariño; y estamos seguros de que aprenderemos de María a poner nuestra esperanza en el Señor y a servir a nuestro prójimo con su misma ternura maternal.
No dudéis de que a la Madre, a esta Madre de misericordia que vela constantemente por sus hijos, le pediremos por todos vosotros, gracias a este misterio de comunión que formamos en la Iglesia.

lunes, 2 de julio de 2007

La santa Inquisición

La Inquisición fue y sigue siendo un tribunal polémico para el gran público. Los historiadores se han ocupado de esta institución de modo científico y sin prejuicios ideológicos, especialmente desde un Congreso internacional celebrado en Cuenca en 1978. Recientemente la Santa Sede ha convocado en Roma a expertos de diversos credos y nacionalidades para clarificar la actuación histórica del Santo Oficio. Sobre este argumento responde para Escritos ARVO, Beatriz Comella, autora del libro La Inquisición española (Rialp, 1988; 3ª edición en noviembre 1999).
¿CUÁNDO Y POR QUÉ NACIÓ EL TRIBUNAL DE LA INQUISICIÓN?
El primer tribunal inquisitorial para juzgar delitos contra la fe nació en el siglo XIII. Fue fundado por el Papa Honorio III en 1220 a petición del emperador alemán Federico II Hohenstaufen, que reinaba además en el sur de Italia y Sicilia. Parece que el emperador solicitó el tribunal para mejorar su deteriorada imagen ante la Santa Sede (personalmente era amigo de musulmanes y no había cumplido con la promesa de realizar una cruzada a Tierra Santa) y pensó que era un buen modo de congraciarse con el Papa, ya que en aquella época el emperador representaba el máximo poder civil y el Papa, el religioso y, era conveniente que las relaciones entre ambos fueran al menos correctas. El romano pontífice exigió que el primer tribunal constituido en Sicilia estuviera formado por teólogos de las órdenes mendicantes (franciscanos y dominicos) para evitar que se desvirtuara su misión, como de hecho intentó Federico II, al utilizar el tribunal eclesiástico contra sus enemigos.
¿Existía en el siglo XIII alguna razón de justificara la creación de ese tribunal que consideraba la herejía como delito punible?
Conviene aclarar que los primeros teólogos cristianos de la talla de Tertuliano, San Ambrosio de Milán o San Martín de Tours sostuvieron que la religión y la violencia son incompatibles. Eran más partidarios de la doctrina evangélica que recomienda corregir y amonestar a quien dilapida el bien común de la fe. La represión violenta de la herejía es, como ha señalado Martín de la Hoz, un error teológico de gravísimas consecuencias, implicado en la íntima relación que de hecho se trabó entre el poder civil y la Iglesia en la Edad Media. La herejía pasó a ser un delito comparable al de quien atenta contra la vida del rey, es decir, de lesa majestad, castigado con la muerte en hoguera como en el siglo IV, bajo los emperadores Constantino y Teodosio.
A principios del siglo XIII aparecieron dos herejías (albigense y valdense) en el sur de Francia y norte de Italia. Atacaban algunos pilares de la moral cristiana y de la organización social de la época. Inicialmente se intentó que sus seguidores abandonaran la heterodoxia a través de la predicación pacífica encomendada a los recién fundados dominicos; después se procuró su desaparición mediante una violenta cruzada. En esas difíciles circunstancias nace el primer tribunal de la Inquisición.
Es lógico, pues, que la Inquisición resulte una institución polémica.
Desde luego, porque, afortunadamente, hoy sabemos que es injusto aplicar la pena capital por motivos religiosos. Los católicos de fin del siglo XX conocemos la doctrina del Concilio Vaticano II sobre la libertad religiosa, que coincide, en sus planteamientos básicos con la de muchos teólogos cristianos de los cuatro primeros siglos de nuestra era. Por este motivo, el Papa Juan Pablo II en su Carta Apostólica Tertio Milenio Adveniente (10-11-94) ha subrayado la necesidad de revisar algunos pasajes oscuros de la historia de la Iglesia para reconocer ante el mundo los errores de determinados fieles, teniendo en cuenta la unión espiritual que nos vincula con los miembros de la Iglesia de todos los tiempos.
¿Entonces, la «leyenda negra», más que leyenda es una realidad histórica?
Es preciso advertir que la polémica sobre la Inquisición se nutre de otra actitud muy distinta a la ya expuesta; me refiero a la ignorancia histórica, la falta de contextualización de los hechos, el desconocimiento de las mentalidades de épocas pasadas, la escasez de estudios comparativos entre la justicia civil y la inquisitorial... Todo esto contribuye a formar no sólo una polémica justificada sino una injusta leyenda negra en torno a la Inquisición.
¿Qué hay, pues, de verdad sobre la actividad de la Inquisición, concretamente en España?
Se formaron los primeros tribunales en 1242, a partir de un Concilio provincial de Tarragona. Dependían del obispo de la diócesis y, por regla general, su actuación fue moderada. Con la llegada de los Reyes Católicos al poder, el Santo Oficio cambió de modo notable. Isabel y Fernando consideraron que la unidad religiosa debía ser un factor clave en la unidad territorial de sus reinos. La conversión de las minorías hebrea y morisca era la condición para conseguirlo; algunos se bautizaron con convencimiento, otros no y éstos fueron perseguidos por la Inquisición.
En 1478 los Reyes Católicos consiguen del Papa Sixto IV una serie de privilegios en materia religiosa, entre ellos, el nombramiento del Inquisidor General por la monarquía y el control económico del Santo Oficio. Por otra parte, la actitud de los cristianos ante las comunidades judía y morisca en España fue muy variada a lo largo de la Historia. Había judíos asentados en España desde el final del Imperio Romano. Durante la etapa visigoda fueron tolerados y perseguidos en distintas épocas. Algunos reyes castellanos y aragoneses supieron crear condiciones de convivencia pacífica, pero el pueblo llano no miraba con buenos ojos a los hebreos prestamistas (el interés anual legal de los préstamos ascendía al 33%); además se les consideraba, de acuerdo con una actitud muy primaria, culpables de la muerte de Jesucristo. El malestar se transformó a finales del siglo XIV en revueltas y matanzas contra los judíos en el sur y levante español.
Los Reyes Católicos no sentían animadversión personal contra los hebreos (el propio rey Fernando tenía sangre judía por parte de madre) y en su corte se hallaban financieros, consejeros, médicos y artesanos hebreos. Los judíos vivían en barrios especiales (aljamas) y entregaban tributos directamente al rey a cambio de protección. El deseo de unión religiosa y de evitar matanzas populares impulsaron a los Reyes a decretar la expulsión de los judíos españoles (unos 110.000) en marzo de 1492. La alternativa era recibir el bautismo o abandonar los reinos, aunque se preveían consecuencias económicas negativas en los territorios españoles. Sólo unos 10.000 hebreos se adhirieron a la fe cristiana y, entre ellos, bastantes por intereses no religiosos. Entonces surgió el criptojudaísmo, la práctica oculta de la religión de Moisés mientras se mantenía externamente el catolicismo. Contra estos falsos cristianos, como se ha dicho, actuó la Inquisición.
Respecto a los moriscos, unos 350.000 en el siglo XV, la política fue similar. Se intentó de modo más o menos adecuado su conversión tras la toma de Granada, pero al comprobar que su asimilación no era satisfactoria se procedió a la expulsión de los no conversos, tras violentos enfrentamientos, en 1609, bajo el reinado de Felipe III. Durante el siglo XVII aparece con fuerza el fenómeno social de la limpieza de sangre: para acceder a determinados cargos u oficios era necesario ser cristiano viejo, es decir, no tener sangre judía o morisca en los antepasados recientes.
¿Qué delitos juzgaba el Tribunal de la Inquisición y cuáles eran las penas?
Inicialmente el tribunal fue creado para frenar la heterodoxia entre los bautizados: las causas más frecuentes eran las de falsos conversos del judaísmo y mahometismo; pronto se añadió el luteranismo con focos en Sevilla y Valladolid; y el alumbradismo, movimiento pseudo-místico. También se consideraban delitos contra la fe, la blasfemia, en la medida que podía reflejar la heterodoxia, y la brujería, como subproducto de religiosidad. Además, se perseguían delitos de carácter moral como la bigamia. Con el tiempo se introdujo el delito de resistencia al Santo Oficio, que trataba de garantizar el trabajo del tribunal.
La pena de muerte en hoguera se aplicaba a hereje contumaz no arrepentido. El resto de los delitos se pagaban con excomunión, confiscación de bienes, multas, cárcel, oraciones y limosnas penitenciales. Las sentencias eran leídas y ejecutadas en público en los denominados autos de fe, instrumento inquisitorial para el control religioso de la población.
Desde el siglo XIII, la Iglesia admitió el uso de la tortura para conseguir la confesión y arrepentimiento de los reos. No hay que olvidar que el tormento era utilizado también en los tribunales civiles; en el de la Inquisición se le dio otra finalidad: el acusado confeso arrepentido tras la tortura se libraba de la muerte, algo que no ocurría en la justicia civil. Las torturas eran terribles sufrimientos físicos que no llegaban a mutilar o matar al acusado.
Una figura inevitable en la polémica sobre la Inquisición es Torquemada. ¿Es tan fiero el león como lo pintan? ¿Qué hubo en los juicios contra Carranza y Antonio Pérez?
Fray Tomás de Torquemada fue Inquisidor General entre 1485 y 1496. Gozó de la confianza de los Reyes Católicos. Lo cierto es que no existe todavía una biografía definitiva sobre este importante personaje. Desde luego sentía animadversión hacia los judíos e influyó decisivamente en el decreto de expulsión de 1492, sin embargo no era sanguinario, como cierta leyenda injustificada pretende hacernos creer, aunque sí es obvio que presidió el tribunal en años de intensa actividad . No obstante, redactó una serie de normas y leyes para garantizar el buen funcionamientos del tribunal y evitar abusos.
Carranza era arzobispo de Toledo y Primado de España. Fue acusado injustamente de luteranismo y condenado a la pena capital por la inquisición española; por tratarse de un prelado, la causa se inició con el permiso de Roma y fue revisada por el Papa que no vio motivos proporcionados para tal veredicto. Aunque éste no llegó a aplicarse, Felipe II destituyó a Carranza para subrayar la autonomía del tribunal español respecto a la Santa Sede. Antonio Pérez era secretario del rey y fue acusado de asesinato; como consiguió huir de la justicia de Castilla, la Inquisición le imputó de ciertos cargos para poder detenerlo. El reo salió de España y dio a conocer su caso en las cortes de Francia e Inglaterra. Es un claro ejemplo de utilización política del tribunal por parte del rey, que supo airear oportunamente su antiguo secretario. Por otra parte, los casos de Carranza y Pérez ponen de relieve algo característico del Tribunal de la Inquisición: su poder no hacía distinciones a la hora de acusar a prelados, cortesanos , nobles o ministros; fue, en ese sentido, un tribunal democrático con una jurisdicción sólo inferior a la del Papa.
¿Cuál fue la actitud del Santo Oficio español ante la brujería?
En España hubo pocos casos de brujería en comparación al resto de Europa. Fue un fenómeno más destacado entre la población bautizada de los territorios americanos, por el apego a sus ritos y tradiciones seculares. En la Península fueron desgraciadamente famosas las brujas de Zugarramurdi (Navarra) condenadas en 1610. Desde entonces se tuvo en cuenta la acertada observación de un inquisidor, para quien cuanto menos se hablara de ellas, menos casos habría; la Inquisición prefirió considerarlas personas alucinadas o enfermas.
Otra cuestión espinosa que suscita la Inquisición es el número de víctimas ¿es posible saber cuántas fueron?
La Inquisición tuvo una larga vida en España: se instauró en 1242 y no fue abolida formalmente hasta 1834 durante la regencia de María Cristina. Sin embargo, su actuación más intensa se registra entre 1478 y 1700, es decir, durante el gobierno de los Reyes Católicos y los Austrias. En cierto sentido no se puede calcular el número de personas afectadas por la Inquisición: la migración forzosa de millares de judíos y moriscos; la deshonra familiar que comportaba una acusación del tribunal durante varias generaciones; la obsesión colectiva por la limpieza de sangre, lo hacen imposible.
Respecto al número de ajusticiados no hay datos definitivos porque hasta ahora no se han podido estudiar todas las causas conservadas en archivos. Aunque parciales, son más próximos a la realidad los estudios realizados por los profesores Heningsen y Contreras sobre 50.000 causas abiertas entre 1540 y 1700: concluyen que fueron quemadas 1.346 personas, el 1,9% de los juzgados. Es posible, aunque la cifra no sea definitiva, que los ajusticiados a lo largo de la historia del tribunal fueran unos 5.000. Afortunadamente, el cristianismo, a diferencia de las ideologías, tiene siempre una doctrina buena, cierta y definitiva que le permite rectificar los errores prácticos en los que pueden incurrir algunos de sus miembros: el Evangelio.

LA SANTA INQUISICIÓN Y LA BRUJERÍA, LA VERDAD HISTÓRICA Y CON DATOS

Antes de entrar de lleno en el tema del Santo Oficio y la persecución de brujas en Europa, permitan mis honorables oyentes, que haga una breve introducción de la creencia en la brujería como un viejo fenómeno universal.
Porque la creencia en las brujas, no fue - como mucha gente cree, y como puede leerse por ejemplo en la Enciclopedia de la brujería y demonología de Robbins (1959, 1992) - invención de la Iglesia.
La creencia en las brujas rebosa de elementos animistas, que revelan su antigüedad: Cuando la bruja se "come" a un ser humano, no es, así pues, la carne sino el "espíritu" de la carne, lo que devora. Pero esto se cree suficiente para que la víctima se consuma y muera.
Parece que nos hallamos ante un único e idéntico complejo de tradiciones, difundido por todo el viejo mundo. Puede comprobarse lo mucho que tienen en común las creencias brujeriles europeas, asiáticas y africanas. Las ideas, por ejemplo, de juntas secretas de brujas, que en sus "aquelarres" nocturnos celebran banquetes a base de la carne de sus propios parientes; y la de que la brujería sea un poder innato para dañar a otros, transformarse en animales y volar por los aires, las comparten los tres continentes.
Incluso algo tan específico como es el dejar en la cama un cuerpo fingido, en lugar del propio, mientras la bruja acude al aquelarre, lo encontramos tanto en Asia, como en Africa y Europa. Son especialmente asombrosas las similitudes entre las creencias en brujas de Europa y la India, las cuales, en ambos casos, se remontan a la temprana Antigüedad (Henningsen 1997).
Para una mente teológica, la brujería, tal como lo concebía el pueblo, resultaba absolutamente inacceptable. Por eso la Iglesia desechó desde un principio estas creencias como supersticiones paganas. De ello tenemos ejemplo en Dinamarca.
En el año 1080 escribió el papa Gregorio VII al rey Harald de Dinamarca quejándose de que los daneses tuviesen la costumbre de hacer a ciertas mujeres responsables de las tempestades, epidemias y toda clase de males, y de matarlas luego del modo más bárbaro.
El papa conminaba al rey dano para que enseñase a su pueblo, que aquellas desgracias eran voluntad de Dios, la cual deberían complacer con penitencias y no castigando a presuntas autoras.
La sabiduría de esta postura se refleja también en una crónica eclesiástica, al referir el caso de tres mujeres, quemadas por envenenadoras y perdedoras de personas y cosechas en 1090, cerca de Munic, diciendo de ellas, que murieron mártires.
DE ACUERDO con esta postura de la Iglesia no encontramos nada sobre las brujas en los más antiguos manuales del Santo Oficio. En el más antiguo, escrito por el inquisidor Bemard Gui sobre 1324, bajo el título "De sortilegis et divinis et invocatoribus demonorum" se citan diversas prácticas mágicas y de adivinación, junto con algunos conjuros al demonio. Lo más que se acerca a las brujas, es al comentar sobre "fatis mulieribus quas vocant 'bonos res'que, ut dicunt, vadunt de nocte"l (Hansen 48). Las hadas que la gente con un eufemismo llamaba "la cosa buena" parece referirse a lo que en otro lugar he denominado "el aquelarre blanco" (Henningsen 1991).
El manual de Eymeric de 1376 tampoco entra en el terreno de las brujas, pero reproduce la condena que el Canon episcopi (incluído en el Decreto de Graciano 1140) hace de aquellas mujeres que se creen capaces de volar por las noches en el cortejo de la diosa Diana. Por añadidura, dicho manual de Eymeric incluye el decreto del papa Juan XXII, de 1326, contra diversas formas de culto al demonio.
En la versión comentada que Francisco Peña publicó en 1578 del manual de Eymeric, se habla bastante sobre la conjuración al demonio y la relación que con éste tienen los magos; pero la mención del aquelarre sigue brillando por su ausencia. En todos esos manuales es notorio, que el sortilegio ocupa el último lugar en la jerarquía de las herejías (Bethencourt 1994:180 f.).
Por desgracia, la sabia postura de la Iglesia cambia alrededor de 1400, al ser reinterpretada la noción popular de la brujería, de modo que ésta resultaba también posible desde el punto de vista teológico. Los detalles sobre lo que se consideraba una nueva secta de brujos los encontramos por primera vez, en dos tratados escritos a mediados de la década de 1430. El uno: Ut magorum et maleficiorum errores, por Clode Tholosan, juez seglar en la provincia de Dauphine. El otro: Formicarius, por el domínico Juan Nider. Con ambos se inicia la interminable serie de tratados demonológicos de los siglos X-V, XVI y X-VII. No es mi intención dar un repaso a esta literatura ahora. En su lugar voy a hacer una breve comparación entre la creencia popular en las brujas y la teoría demonológica, fundada en los principios teológicos de San Agustín y Santo Tomás de Aquino, los cuales se mantuvieron casi sin modificación durante todo el periodo.
El concepto popular de la brujería como poder natural innato de la persona, se seguía rechazando. Sin embargo se admitía la existencia de brujas. Mas dichas brujas, para poder obrar, tenían necesariamente que haber pactado con el demonio. Del mismo modo se redefinió el don brujeril de transformarse en animales. Que el alma humana pudiera meterse en un animal - desde un punto de vista teológico -era imposible. Si la bruja se creía capaz de algo así, se lo debía al arte ilusorio del demonio.
"A nadie le hagan creer, que un ser humano realmente pueda transformarse en animal", dice el Compendium maleficarum de Guazzo de 1608. A continuación siguen refinadas explicaciones de cómo el demonio puede inducir a una bruja a creerse transformada en lobo. Por ejemplo puede el demonio del simple aire crear una forma de lobo e introducirse él dentro de la misma, para hacer luego todo tipo de descalabros. Mientras tanto, yace la bruja en su cama y experimenta su apariencia de lobo como un hecho absolutamente real. En caso de que alguien consiguiese herir al ilusorio lobo, el demonio procuraría herir a la bruja del mismo modo y en la misma parte del cuerpo, de modo que la bruja, al despertar, crea firmemente que todo ha ocurrido en realidad (Guazzo 1929:51).
Un problema especial representaba para los teólogos el supuesto vuelo de las brujas. Según la noción popular, el alma humana abandona el cuerpo, dejando a este yacer como sin vida. Mas esta explicación era inaceptable para los teólogos. En tanto una persona no esté muerta, el alma y el cuerpo son inseparables. Si el demonio fuese capaz de extraer el alma del cuerpo de la bruja y devolverla luego a éste, sería un milagro - y no un milagro cualquiera - sería comparable al milagro de la Resurreción
La explicación ortodoxa demonológica surgió de la necesidad de resolver el problema: para ello hubo que admitir que la presencia de las brujas en el aquelarre, a veces era real (en cuyo caso era siempre también corporal), mas otras veces, sería irreal (cf Clark 1997:191).
I-a creencia de que las brujas se juntaban en asambleas nocturnas, como anteriormente se ha dicho, databa de muy antiguo. Pero la idea de que ocurriese bajo los auspicios del demonio, era innovación de los demonólogos.
Del mismo modo, la idea de que las brujas formasen parte de una secta, era totalmente ajena al concepto popular de la brujería. Probablemente debamos semejante sutilidad a la creatividad inquisitorial.
Hora es ya de que contemplemos la revisión cronológica que se ha hecho de la persecución de brujas en Europa. No hace aún mucho tiempo que los historiadores coincidían en culpar a la Inquisición del surgimiento de dicha persecución. Según Joseph Hansen la primera quema de una bruja habría tenido lugar en 1275, cuando la Inquisición de Toulouse condenara a una tal Angela de la Barthe por haber comido carne de niños y tenido relaciones con el demonio.
Alo largo del siglo siguiente, o sea, durante todo el siglo XIV, de acuerdo con dicha gran autoridad alemana, cientos de hombres y mujeres, acusados de brujería, habrían sido quemados por las Inquisiciones de Toulouse y Carcasonne.
Apartir de Hansen se sugiere también la seductora idea de que la Inquisíión, tras haber exterminado a cátaros y valdenses, se volcó sobre las brujas para no quedarse inactiva.
La investigación más reciente ha demostrado algo totalmente distinto. Todos los datos sobre la sangrienta caza de brujas en el sur de Francia se remontan a un libro de divulgación escrito por el novelista francés Lamothe-Langon (1829). A mediados de 1970 un historiador inglés y otro americano demostraron, independentemente uno de otro, que las fuentes medievales presentadas por Lamothe-Langon jamás existieron, sino que las había inventado él para sazonar su relato (Cohn 1975; Yieckhefer 1976).
Araíz de este descubrimiento, la cronología se ha retrasado con casi cien años. nueva imagen que se perfila se puede resumir como sigue: Los primeros aunque escasos informes datan de 1360. 0 sea, un siglo después de la supuesta quema en Toulouse. No fue la Inquisición quien inició la persecución sino la justicia civil en Suiza y Croacia. Resulta interesante ver cómo la Inquisición de Milán no sabía qué hacer con dos caminantes nocturnas, que en 1384 y 1390 confesaron haber participado en una especie de aquelarre blanco en el que el hada Madonna Oriente les instruía en la forma de ayudar a la gente a combatir la brujería.
Parece ser que la legalización de la caza de brujas tuvo su origen en las exigencias del pueblo, que presionaba a los tribunales civiles. Poco a poco, la Iglesia también hubo de adaptarse a esta corriente; pero la Inquisición no aparece involucrada en ese tipo de persecuciones con anterioridad al siglo X-V.
Con el fin de obtener una idea más exacta de la participación del Santo Oficio en la caza de brujas, he examinado la relación de procesos hecha por Richard Kieckhefer, y he podido comprobar que los procesos por brujería propiamente dicha -en tanto cuanto estos puedan diferenciarse de los procesos por magía-están repartidos entre tribunales civiles, episcopales y de Inquisición.
De un cálculo aproximado de 1000 causas, el 63% fue juzgado por las autoridades civiles; el 17% corresponde a tribunales episcopales, mientras que el 20% corresponde a la Inquisición. La mitad de las 200 causas de que se trata, se debieron al inquisidor Heinrich Institoris, cuya persecución de brujas en el año 1484 había sido autorizada por una bula del papa Inocencio VIII.
Teniendo en cuenta la gran inseguridad que mis cálculos nos ofrecen, a causa del material perdido y de la escasez de información sobre las cifras de las víctimas, todo parece indicar que la Inquisición no jugó tan importante papel, como invariablemente se le adjudica, en la persecución de brujos durante la Edad Media.
Bueno, eso en cuanto a la Edad Media. Pero ¿qué puede decirse de la Inqusición y la Edad Moderna?
Vewnos: Para el año 1525 aproximadamente, los tribunales inquisitoriales de Europa se habían extinguido y la Era del Santo Oficio medieval había tocado su fin. Entre tanto, una nueva fonna de Inquisición había visto la luz del día. Se trata de una Inquisición "moderna", instituida sobre bases nacionales. La primera de este tipo se estableció en España, en 1478, con bula papal. A la Inquisición española, le siguieron la portuguesa (1531), y la "romana" (1542)
ANTES de seguir adelante con la participación del Santo Oficio en los procesos contra las brujas en los siglos posteriores a la Edad Media, vamos a detenernos unos momentos para ver en cuánto se estima hoy, basándose en los resultados más recientes de investigación, el coste en vidas humanas de las modernas persecuciones.
Se calcula que hubo cerca de 100.000 causas de brujería en Europa, de las cuales, la mitad, o sea, unas 50.000 personas acabaron en la hoguera. Pero, como podemos ver, la intensidad de las persecuciones varió mucho de país a país.
La densidad de persecución de brujas en Europa (Behringer1998:65 f )2
País Ejecuciones (por cada mil) Habitantes c. 1600
Portugal 7 (0,0007) 1000.000
España 300 (0,037) 8.100.000
Italia 1000? (0,076) 13.100.000
Países Bajos 200 (0,133) 1.500.000
Francia 4000? (0,200) 20.000.000
Inglaterra/Escocia 1500 (0,231) 6.500.000
Finlandia 115 (0,238) 350.000
Hungría 800 (0,267) 3.000.000
Belgica/Luxemburgo 500 (0,384) 1.300.000
Suecia 350 (0,437) 800.000
Islandia 22 (0,440) 50.000
Chequía/Slovaquia 1000? (0,500) 2.000.000
Austria 1000? (0,500) 2.000.000
Dinamarca/Noruega 1350 (1,391) 970.000
Alemania 25000 (1,563) 16.000.000
Polonia/Litauia 10000? (2,941) 3.400.000
Suiza 4000 (4,000) 1.000.000
Lichtenstein 300 (100,000) 3.000
La mitad de las quemas de brujas se produjeron como vemos en los estados alemanes, donde fueron ejecutadas 25.000 personas. Mas poniéndo el número de ejecuciones en relación con el de habitantes, vemos que Lichtenstein es el lugar donde más cruda fue la persecución: 300 quemas con relación a 3000 habitantes, corresponde a un 10 % de la población.
Ala cabeza del extremo opuesto de la escala, con una intensidad de un fracción de unidad por mil, encontramos a Portugal, España e Italia, los únicos países que conservaron la Inquisición, adaptándola a su nueva base nacional.
La documentación correspondiente a la primera parte de la Edad Moderna, que es la época que nos interesa, es tan abundante, que nos permite con gran seguridad decir cuántas de las quemas de brujas registradas se debieron a la Inquisición.
Las cifras, por inesperadas, resultan asombrosas. Para Portugal es 1. Para España, 27. Y para Italia, 8. El resto de un total de ca. 1300 ejecuciones, repartidas entre los tres países, se debieron a los tribunales civiles y episcopales de los mismos.
En ya anticuados estudios encontramos a menudo la suposición de que en España, Portugal e Italia, el Santo Oficio tenía tanto que hacer persiguiendo a judíos, mahometanos y protestantes, que no le quedaba tiempo para perseguir también a las brujas.
La revisión sistemática de los archivos inquisitoriales nos demuestra algo muy distinto. Calculo que la Inquisición en los países católicos del Mediterráneo llevó a cabo entre 10.000 y 12.000 procesos de brujería, que, no obstante, fueron sentenciados con penas menores o absolución.
Es importante subrayar que las teorías demonológicas no fueron asunto exclusivo de la Teología. Filósofos, matématicos y físicos debatían seriamente dichas especulaciones en el seno de las universidades europeas más prestigiosas. Y el debate duró hasta principios del siglo XVIII. Todo al contrario de lo que generalmente se cree, la demonología fue una precusora de la ciencia moderna.
La explicación al hecho de que la Inquisición prestase tan poco interés al aspecto demonológico, nos la da un catedrático de la Universidad de Salamanca. Raphael de la Torre observa a principios del siglo XVII, que mientras los especialistas en Derecho Romano y los teólogos, nonnalmente opinaban que el aquelarre era un hecho real, coincidían casi todos los canonistas en rechazarlo como producto de la imaginación.
Notemos que precisamente era a canonistas, a quienes la Inquisición solía dar empleo. Esto podría explicar, por qué este sector seguía aferrado a la tradición medieval del Canon episcopi.
La cuestión del inexplicable escepticismo inquisitorial merece ser examinada a la luz de un amplio contexto histórico-teológico. Expondré aquí brevemente hasta qué punto el escepticismo inquisitorial repercutió en la situación de las brujas en España.
Al principio, España siguió a la zaga de otros países. De 1498 a 1522, el Santo Oficio condenó a once brujas a la hoguera. Mas en 1526, la élite de teólogos española se reunió en Granada para elaborar unas nuevas instrucciones con respecto a la brujeria. Dichas instrucciones no tuvieron su igual en otras partes. ¿Dónde en el resto de Europa encontramos paralelos a ordenanzas como las siguientes?:
Cualquier bruja que voluntariamente confiese y muestre señales de arrepentimiento, será reconciliada sin confiscación de bienes, y recibirá penas salutarias para sus almas.
Nadie será arrestado en base de las confesiones de otras brujas.
Los Jueces averiguarán si las personas por ellos detenidas, ya han sido anteriormente sometidas a tortura por otras justicias.
Preguntando a los demás residentes de la casa os enteraréis de si dichas personas, en la noche que aseguran haber asistido a la junta de brujas, realmente se ausentaron de casa, o si, por el contrario, estuvieron en ella toda la noche sin salir.
Las instrucciones contenían también un párrafo, según el cual, todos los casos referentes a tan complicada materia, deberían siempre ser remitidos al Inquisidor General y su Consejo.
Con las instrucciones de 1526, se consiguió librar a España de la quema de brujas durante la mayor parte del siglo XVII.
Influída por Francia, en 1610, la Inquisición española volvió a introducir en el norte de España la pena de la hoguera. En total 7000 personas fueron acusadas de brujería. Todo ello podría haber terminado en un auténtico holocausto. Mas, por suerte, el inquisidor Salazar, encargado de las pesquisas, se había comprometido a conseguir pruebas sobre la existencia de la temida secta diabólica.
En su informe al Inquisidor General, Salazar concluye: "No hubo brujos ni embrujados hasta que se empezó a hablar y escribir de ellos." Dicha investigación contribuyó a la definitiva abolición de las quemas de brujas en todo el Imperio Español.
Permitanme referir un par de puntos del memorial de este, injustamente, aún poco reconocido abogado de las brujas. Oponiéndose a sus dos colegas del tribunal - quienes hallándose totalmente convencidos de la existencia de las brujas, deseaban acabar con ellas en el fuego - Alonso de Salazar expuso:
Mis colegas están perdiendo el tiempo al mantener que solamente los brujos alcanzan a entender aquello más dificultoso y especulativo, ya que han de sentenciarlo acá jueces que no son brujos (doc. 14.28).
Ni tampoco mejoramos nada con averiguar que el demonio pueda hacer esto y aquello, repitiendo a cada paso la teoría de su naturaleza angélica, y porque den también los doctores por asentadas aquellas cosas, ya que sólo sirve de fastidio inútil - pues nadie las duda. La cuestión es si en el caso concreto, ha pasado como lo dicen los brujos... porque ni ellos han de ser creídos, ni el juez dará sentencia mas que en lo que exteriormente sea verdad y de igual modo perceptible para cuantos las oyeren (doc. 14.29).
En otras palabras, Salazar sostenía, que el aspecto demonológico era irrelevante en los casos concretos de brujería. Sobre tal revolucionario postulado reposaba todo su método protopositivista, como muy bien podrímos llamarlo, puesto que el positivismo, como filosofía, nació más tarde.
De esta exposición histórica podemos sacar las siguentes conclusiones:
1. Mientras que la Inquisición solía mostrarse dura y tajante con judios, mahometanos y protestantes, se mostró inusitadamente blanda en cuanto al castigo de la brujería y otras formas de delitos mágicos. Tan blanda, que considerado con los ojos de un europeo del norte o del centro de Europa, debió resultar un escándalo.
2. La Inquisición podía haber causado un holocausto de brujos en los países católicos del Mediterráneo - mas la historia nos demuestra algo muy diferente - la Inquisición fue aquí la salvación de miles de personas acusadas de un crimen imposible.

viernes, 22 de junio de 2007

VA LLEGANDO LA HORA DE SER CATÓLICO


Educación para la ciudadanía

Queridos amigos:

En pocas palabras intentaré describir el estado actual de nuestra sociedad, puesto que hoy un Católico está cogiendo un significado diferente al de hace unos años. Sin ir mas lejos, hace 40 años, era corriente que todo el mundo fuera el Domingo a misa, hoy es lo contrario, hace 30 años no escuchabas a ningún niño de 15 años blasfemar, hoy lo corriente es lo contrario, hace 30 años los padres eran respetados, con sus equivocaciones, pero respetados, al igual que los profesores, al igual que los padres también se equivocaban a veces, pero eso te enseñaba que ellos eran los padres y los profesores y tú eras el hijo y el alumno, cada uno sabía el lugar que ocupaba y lo que le correspondía hacer, con sus aciertos y equivocaciones, pero era así, y lo cierto decidme si no, es que ayer u hoy, un niño de 15 años es un niño, y tiene que aprender primero de la experiencia de los padres y segundo de la enseñanza de los profesores, pero parece que hoy no es así. El respeto, la educación, los modales, se han perdido por completo, parece que lo único importante y lo más valioso es que un niño RÍA, y no sufra esforzándose, o asumiendo responsabilidades. Pero ojo, los niños son así primero, por ellos mismos, pero también por quienes tienen la responsabilidad de educarlos, de enseñarles esos valores que hoy en día nos quejamos tanto de que no existen, los padres, los profesores, y los círculos de influencia próximos al niño, (amigos, televisión, etc.).

Pues bien, con los niños, digamos mal criados, con los padres relajados y distraídos en otras obligaciones que no son sus hijos, y con la cultura nihilista que nos rodea, ¿donde queda el comportamiento de un Católico?. Pues cada día se asemeja mas al de un héroe que tiene que superar cientos de obstáculos y realizar peripecias para poder conseguir llegar ha buen puerto todo lo que hace. Y por qué, porque decidme uno por uno si tanto la educación de los hogares, la educación en el colegio, o la educación en el entorno, mass media, etc, son guías hacia Dios, o ya no hacia Dios de una manera directa, sino hacia obtener unos valores dignos de toda persona humana, como el respeto entre los hombres, el respeto a las leyes de la naturaleza humana, o el respeto a lo sagrado, pues creo que no.

Repasad el Decálogo que nos entregó nuestro Padre, -Amarás a Dios sobre todas las cosas-, hace 40 años había crucifijos en los colegios, hoy es un sacrilegio que los haya, por ejemplo;-No tomarás el nombre de Dios en vano-, la blasfemia está de moda junto con la mofa sobre todo lo religioso;-Santificarás las fiestas-, sí pillando una melopea la noche de antes, durmiendo hasta las dos de la tarde del domingo y viendo el partido o yendo al cine, pero nunca glorificar a Dios en su día, eso no;-Honrarás a tu padre y a tu madre-, siempre y cuando me den la paga del fin de semana, o me compren lo que yo exija; -No matarás- pero qué porcentaje de la sociedad actual está de acuerdo con el aborto o la eutanasia, o no dedica ni un euro al día a los que mueren de hambre; -No cometerás actos impuros-, ya claro, pero si lo hace todo el mundo, la masturbación, los segundos lenguajes, los deseos, decidme si la sociedad, el entorno, crea un ambiente de pureza; -No robarás-, ahora no existen los ladrones, existen los listos, o llamémoslos pillos, además siempre existirá una enfermedad para excusar a las personas que delinquen. Podríamos seguir así, hasta el décimo mandamiento, pero quisiera aclarar algo, yo no acuso en esta reflexión a cada individuo, no, pues todos nacemos con el pecado original, y tenemos enemigos todos los días tentándonos, no, lo que intento denunciar desde aquí, es que existe una cultura nihilista iniciada hace unos treinta años en el corazón de occcidente, (EE.UU), también una cultura mal llamada de Género, y una cultura anti-religiosa, pues el último obstáculo para que estos depravados puedan conseguir lo que hace 30 años empezaron es la religión, pero atentos no solo la religión Católica, sino cualquier religión.

Qué quiero decir con esto, que estamos siendo manipulados por un grupo de personas que están en diversos centros de poder, y que ese grupo de personas tienen unos principios ya predeterminados desde antaño, que esos grupos de creadores de sociedad, se basan en los mass media, (tv, radio, cine, prensa escrita), ciencia, tegnología, etc., y como no, hay una reciprocidad entre estos grupos y el poder legislativo de un país democrático, yo te pongo en el poder pero para que favorezcas estos ideales, hablemos de... el Gobierno de España, Naciones Unidas, el Instituto Mundial de la Salud,... etc., organizaciones e instituciones que son buenas en su idea, pero que si se utilizan para estos fines se convierten en enemigas de Dios:

- La cultura de la muerte,(Aborto, Eutanasia, preservativos, pildoras anticonceptivas)

- La manipulación de la educación, (EpC), creando un pensamiento uniforme a los principios del estado y por ende de estos grupos de Anticristos. Típica de cualquier sistema Totalitarista.

- Manipulación de la ciencia, en vez de utilizarla para el bien de la persona, para conservar su dignidad, se utiliza para fines económicos y en favor de estos ideales que nos separan de Dios.

- Manipulación de los Mass media, utilizados, creando necesidades innecesarias, desvirtuando la realidad tanto de los hechos humanos, naturales y divinos, y creando una cultura consumista, robótica, y carente de valores que no se puedan comprar.

Por eso amigos la persona de hoy en día, tiene cierto atenuante en su pecado, pues a través de todos estos focos, está siendo confundida, distraída, e inevitablemente condenada a la infelicidad, pues nos engañamos con las risas y los placeres mundanos y pasajeros que nos otorgan estos majaderos, quieren que miremos hacia lo efímero, hacia lo físico, haciéndonos olvidar la felicidad plena y eterna. Pero no tenemos el total eximente por todas estas causas, pues existe un faro en el mundo, el faro que nadie será capaz de apagar, la Iglesia Católica de Roma, la mensajera de Dios, defensora de verdades divinas, humanas y naturales, y la tenemos a la vuelta de la esquina, en internet, en la tv, etc.. Teniendo este faro, debemos agarrarnos a él como clavo ardiendo, pues todo lo demás nos lleva a la deriva, debemos utilizar nuestra LIBERTAD no para hacer lo que subliminalmente nos inculcan los Anti-Cristo, sino para seguir el camino que Dios nos enseñó, para elegir el amor de Dios, para elegir seguir sus mandamientos, con nuestras equivocaciones, con nuestros traspies, como todo camino que se anda, tropezando pero sin salirnos del carril, y ese camino gracias a Dios, nos lo marca muy bien la Santa Madre Iglesia Católica Apostólica y Romana, existen otras iglesias que se acercan a la verdad, que tienen parte de verdad, pero la que tiene la Verdad de Cristo que es la VERDAD ABSOLUTA, esa es la Iglesia de Roma.

Por eso amigos, por todos los condicionantes que el hombre encuentra hoy en su día a día,( lo relatado anteriormente, se pueden resumir en lo que nos dijo S. Pablo, "los enemigos del hombre son El Mundo, La Carne y El Demonio"), nos hacen mas fuertes, creo que sirven para purificar este amasijo de creyentes divergentes y de boquilla, que decimos ser Católicos, alguien decía que "NO SE PUEDE EXIGIR EL CIELO DE LOS CRISTIANOS LLEVANDO UNA VIDA PAGANA", y creo que es lo que muchos hacemos.

Creo que está empezando el tiempo, creo que está llegando la hora de decir "SÍ, SOY CATÓLICO Y NO HAGO ESTO PORQUE SOY CATÓLICO", cuantas veces hemos dicho esto, creo que ahora es el momento.

La Conferencia Episcopal Española, nos pide, nos exige a los que decimos ser Católicos, que nos opongamos a la asignatura para la educación para la ciudadanía, primero moralmente y posteriormente físicamente, y por qué, porque va contra toda dignidad moral humana, divina y natural, porque atenta contra Dios, y creo que ha llegado el momento de decidir, de elegir con quien estamos, si con el mundo o con Dios, Dios nos otorgó la libertad para estos momentos, la libertad no nos la da el Gobierno, nos la dio Dios, y debemos de hacer uso de esa libertad para decir NO a educar a mis hijos contra todo orden natural, humano y divino.

Evangelio según San Mateo 5,13-16.

Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo.



Concilio Vaticano II
Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia (Ad Gentes), 35-36


“Vosotros sois la sal de la tierra… vosotros sois la luz del mundo”



Como la Iglesia es toda ella misionera y la obra de la evangelización es deber fundamental del Pueblo de Dios, el Concilio invita a todos a una profunda renovación interior, a fin de que, teniendo viva conciencia de la propia responsabilidad en la difusión del Evangelio, acepten su participación en la obra misionera entre los gentiles… Todos los fieles como miembros de Cristo vivo, incorporados y asemejados a él por el bautismo, por la confirmación y por la Eucaristía, tienen el deber de cooperar a la expansión y dilatación del Cuerpo de Cristo para llevarlo cuanto antes a la plenitud (Ef 4,13).

Por ello, todos los hijos de la Iglesia han de tener viva conciencia de su responsabilidad para con el mundo, fomentar en sí mismos el espíritu verdaderamente católico y consagrar sus energías a la obra de la evangelización. Sepan todos, sin embargo, que su primera y principal obligación en pro de la difusión de la fe es vivir profundamente la vida cristiana. Pues su fervor en el servicio de Dios y su caridad para con los demás aportarán nuevo aliento espiritual a toda la Iglesia, la cual aparecerá como estandarte levantado entre las naciones (Is 11,12), “luz del mundo” y “sal de la tierra”. Este testimonio de vida producirá más fácilmente su efecto si se da juntamente con otros grupos cristianos, según las normas del decreto sobre el ecumenismo.


Amigos ha llegado el tiempo de decidir.


Fr.+ Nivardo d.c.

martes, 19 de junio de 2007

El camino y la verdad y la vida

Autor: Padre José Ignacio Munilla Aguirre

El versículo seis del capítulo catorce del evangelio de San Juan, con el que hemos encabezado este artículo, es un buen punto de partida para discernir si el concepto de religiosidad que nos hemos ido fraguando, es pleno y conforme a la revelación de Jesucristo; o si, por el contrario, es sesgado y arbitrario.

Llama la atención que Jesús se nos revelase con una frase tan sintética, no sólo añadiendo a esas tres palabras un artículo determinado, sino también uniéndolas de una forma reiterada por la conjunción copulativa "y": "Yo soy el camino y la verdad y la vida". Parece como si se nos quisiera insistir en la importancia de "sumar" esas tres palabras, ante nuestra tendencia a recibirlas parcialmente. Es bueno que hagamos memoria para entender que cuando esos tres conceptos -camino, verdad y vida- no se han "sumado", la consecuencia ha sido una deformación de la religiosidad. Veámoslo:

1.- "Religiosidad moralista": Cuando la religiosidad se centra en su función de marcar el "camino", desligándose de los demás aspectos sustanciales, la consecuencia es el moralismo. En efecto, ocurre con frecuencia que muchas personas, especialmente las alejadas de la fe, tienen un concepto de la religiosidad esencialmente moralista. La esencia de la religiosidad se reduciría a los mandamientos, prohibiciones, normas, tradiciones, consejos... Con frecuencia, esto genera una imagen odiosa del cristianismo, ya que la religiosidad es presentada como enemiga de la propia libertad. La imagen de Dios queda reducida a un "dios policía", dejando en el olvido que "la verdad nos hará libres" (Jn 8,32), y que "Cristo ha venido para que tengamos vida, y vida en abundacia" (Jn 10,10) .

Curiosamente, esa reducción moralista que tantos rechazos suscita, en otras ocasiones es buscada interesadamente. Ya tuvimos ocasión de señalarlo en el artículo "La manipulación de la religión". Se trata de la actitud de quienes valoran la religión en la medida en que ésta resulte de "utilidad social"; es decir, en la medida en que sea un escudo protector contra la degradación moral de nuestros días. Son aquellas personas que no dudan en adornar con un baño religioso la educación de sus hijos, con la esperanza de que, mientras estén "ocupados en cosas buenas", se evitarán "males mayores". No les gustaría que sus hijos cayeran en ciertas lacras de nuestros días: droga, terrorismo, desarraigo familiar, etc... Para eso utilizan la religión como un dique de contención contra esos vicios morales. En el fondo, no les importa tanto la religión en sí misma, cuanto los efectos beneficiosos que de ella puedan desprenderse.

Mención aparte merece en este capítulo la reducción del cristianismo a una "ética de solidaridad", muy frecuente en nuestros días. Aspectos esenciales del mensaje revelado quedan en el olvido: la gracia de Cristo o la redención de nuestros pecados, etc...; mientras que la predicación se circunscribe a la solidaridad, encarnación, opción por los pobres, etc... Es decir, otra forma de reducción al moralismo.

2.- "Religiosidad dogmática": Cuando la religiosidad se centra en su función de remarcar las "verdades", desligándose de los demás aspectos sustanciales, la consecuencia es un dogmatismo doctrinal teórico; bastante estéril por lo demás. Se suele caracterizar por una formación religiosa muy doctrinal, pero poco vital. Se trabajan mucho los conceptos, pero muy poco los afectos y la voluntad.

Parece como si lo único importante fuese mantener unos principios, al margen de su realización práctica. Dentro de este capítulo se introduce una religiosidad muy preocupada por la ortodoxia y poco por la ortopraxis. Igualmente, también se incluiría en este apartado la advertencia que el teólogo suizo Hans Urs Von Balthasar hizo de la importancia de hacer una «teología arrodillada», contrapuesta a la teología especulativa, tan extendida en ciertos ambientes, que por su lejanía de la espiritualidad acaba por "secar el espíritu" de sus lectores. De hecho, se da la circunstancia de que en la historia de la Iglesia, hasta aproximadamente el siglo XII-XIII, ser teólogo era sinónimo de ser santo. A partir de esa fecha, por el contrario, comienzan a abundar los profesionales de la erudición teológica que lejos de acompañar sus estudios con una vida santa, polemizan sobre cuestiones, más o menos vanales, sin elevar el espíritu de quienes les escuchan a las cumbres de la espiritualidad.

3.- "Religiosidad experiencial": Cuando la religiosidad se reduce a una funcionalidad "vitalista", entendida ésta como una búsqueda de experiencias espirituales gratificantes, desligándose de los demás aspectos sustanciales, entonces la consecuencia es una religiosidad subjetiva y de consumo personal. Es la pretensión falsa de vivir el espíritu de Cristo, desligándose de su "camino" y de la "verdad" de su persona.

El auge de fenómenos como el esoterismo, la revalorización de la religiosidad oriental, el ocultismo, la adivinación, el sincretismo religioso, etc... está muy ligado a esta religiosidad experiencial. Se busca llenar el deseo de trascendencia que todo hombre lleva en su interior, pero desligándolo de cualquier compromiso moral en la vida diaria, bien personal o social. El objetivo es saciar la sed espiritual, pero sin adherirse a verdades objetivas ni crearse compromisos morales. En definitiva, una religión light, muy en boga en estos momentos.

En resumen, hemos de esforzarnos por adherirnos a la revelación de Cristo en su integridad, el cual se nos presenta como "el camino y la verdad y la vida". Por ello, y no en vano, el Catecismo de la Iglesia Católica engloba en estos tres pilares fundamentales la presentación de la figura de Jesús y su mensaje: Los mandamientos, porque Cristo es el Camino; el Credo, porque Cristo es la Verdad; los sacramentos y la oración, porque es la Vida. No era casual la insistencia de Jesús en esa conjunción copulativa "y", con la que nos quiere poner en guardia frente a nuestra tendencia reduccionista..